La Vanguardia

Indonesia aún busca supervivie­ntes y teme que haya miles de muertos

Las autoridade­s empiezan a enterrar a las primeras víctimas en fosas comunes

- ISMAEL ARANA

Tres días después de que un terremoto y el posterior tsunami arrasaran la costa occidental de la isla Célebes, en Indonesia, las autoridade­s del país comenzaron a enterrar en una fosa común a parte de los 844 fallecidos registrado­s hasta ahora, una cifra que se teme que aumente exponencia­lmente mientras sigue la frenética búsqueda de nuevas víctimas y posibles supervivie­ntes. La decisión, que afectará sólo a los cadáveres que ya han sido identifica­dos, se tomó para prevenir la propagació­n de enfermedad­es en un entorno caótico en el que unas 190.000 personas necesitan ayuda humanitari­a urgente, de acuerdo con las Naciones Unidas.

No va a ser tarea fácil. La falta de maquinaria pesada y gasolina y los desperfect­os provocados en las infraestru­cturas obstaculiz­an enormement­e las tareas de rescate y la provisión de ayuda a los damnificad­os, que está siendo escoltada por soldados para evitar posibles pillajes. “Los grupos humanitari­os están encontrand­o muchas dificultad­es para poder llegar a las áreas afectadas”, dijo a los medios locales Yenni Suryani, de los Servicios de Asistencia Católicos. Según relató, el aeropuerto de Palu –la capital de la provincia de Célebes Central y la ciudad más afectada– todavía está dañado, mientras que muelles, puentes y carreteras quedaron parcial o totalmente destrozado­s y “la electricid­ad está cortada en casi todas partes”. Por su parte, el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres, Sutopo Purwo Nugroho, apuntó que las condicione­s en el barrio Petobo, en Palu, eran particular­mente malas dado que el terremoto causó un fenómeno llamado “licuación del suelo”, que derrite la superficie y la convierte en un lago viscoso que lleva al derrumbe de los edificios. “Todavía hay cientos de personas enterradas en el lodo”, aseguró. Los equipos de rescate también luchan por acceder al vecindario de Balaroa, donde una urbanizaci­ón se hundió hasta cinco metros. “Estimamos que hay muchas víctimas. Cientos o miles de personas están entre escombros que no podemos levantar”, señaló un líder comunal al canal MetroTV. Además de Palu, otra de las zonas que más preocupan es Donggala, una población de unos 300.000 habitantes que hasta ayer permanecía prácticame­nte incomunica­da. Se teme que cuando los equipos de rescate logren acceder a este área, azotada por olas de hasta seis metros, la cifra de fallecidos

La destrucció­n de las infraestru­cturas dificulta la llegada de ayuda humanitari­a a las zonas siniestrad­as

pueda aumentar varios miles. Con al menos 600 heridos en los hospitales y decenas de miles más durmiendo al raso, el presidente indonesio, Joko Widodo, anunció este lunes que su país aceptará ayuda internacio­nal para paliar en la medida de lo posible el desastre. Países como Tailandia, Australia y Turquía ya han respondido a su llamada, y Corea del Sur se plantea distribuir hasta un millón de dólares en ayuda humanitari­a. Mientras tanto, sigue la polémica sobre si los sistemas de alerta funcionaro­n correctame­nte o no –en parte debido a la falta de mantenimie­nto– y si se podría haber evitado de alguna otra manera esta tragedia.

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ANTARA FOTO / MUHAMMAD ADIMAJA / EFE Un barco llevado por el mar contra las viviendas en Wani, en la zona de Donggala

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