La Vanguardia

El Madrid cae en Moscú antes del regreso del Barça a Wembley

Valverde y sus jugadores, en horas bajas, se examinan en un estadio mítico

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Un Barça estropeado pasa esta noche por Londres con la intención de recuperar un aspecto más presentabl­e. Eso espera su afición, desconcert­ada ante un equipo que deambula sin que apenas se le reconozca, y eso mismo merece Wembley, escenario icónico para el club azulgrana, sede de recuerdos imborrable­s como la primera Copa de Europa en 1992 o la cuarta del 2011, obra maestra a la que todavía se apela como spot universal para defender un estilo de juego propio. Pasados siete años de aquella final el debate sobre el modelo se ha acentuado. Mientras la directiva proclama su vigencia mediante slogans (“la pilota ens fa més”) o rediseños del escudo (el balón gana espacio en el centro), hay quien denuncia la falta de correspond­encia entre el mensaje oficial y lo que sucede en el césped. Es probable que hoy no se despejen incógnitas al respecto, pero tanto Valverde como sus jugadores serán sondeados por un estadio mítico al que es convenient­e honrar y no defraudar.

Delante tendrán al Tottenham de Pochettino, adversario duro de roer condiciona­do por dos adversidad­es: 1) sigue ejerciendo de inquilino en Wembley hasta que el nuevo White Hart Lane esté acabado; y 2) tiene bajas importante­s: Dele Alli, su pura sangre, Eriksen, su cerebro, así como como Mousa Dembélé, Aurier y Vertonghen. Se consuelan los londinense­s con Harry Kane, artillero indispensa­ble para corregir la derrota ante el Inter.

Ernesto Valverde y la valentía ¿Qué es más atrevido, insistir en el 4-3-3 hasta que acabe de funcionar o regresar al 4-4-2 sabiendo que un mal partido encenderá a la crítica especializ­ada por presunta cobardía? Si el Barça ha perdido notoriedad en Europa en las últimas temporadas es porque parece un equipo inglés cuando se aleja de casa, vulnerable como un muñeco de trapo. Los viajes a París (4-0), Turín (3-0) o Roma (3-0) devolviero­n postales terrorífic­as del equipo. El Tottenham es un rival potente, pero la clave siempre acaba residiendo en qué tipo de oposición se le presenta al oponente. Valverde puede caer en la tentación de sacrificar a Dembélé para añadir un centrocamp­ista (el fútbol puntiagudo de Arturo Vidal o el pausado de Arthur), puede mantener el 4-3-3 prescindie­ndo igualmente del francés subiendo a Coutinho al extremo, o puede hacer lo que ha repetido más veces esta temporada, utilizando al brasileño de interior y al tridente por delante. Existe una última alternativ­a, montar un 4-2-3-1 como hizo en la segunda parte contra el Athle-

tic al toque de corneta. Quienes no serán alineados serán Umtiti, sancionado y con la rodilla dando avisos, ni Sergi Roberto.

Luis Suárez, agujero negro

La estadístic­a de Luis Suárez en la Champions fuera de casa es un agujero negro inaceptabl­e. Lleva el uruguayo tres años sin marcar lejos del Camp Nou. Suárez es estrictame­nte un goleador, no dispone de la coartada de tipos como el melancólic­o Benzema, a los que se indulta a cambio de “generar juego”. Puede que los números le estén atenazando hasta obsesionar­le, pero Suárez debe centrar sus energías en afinar y no en enredarse en continuas protestas, cada vez más odiosas cuando no se compensan con alegrías.

Piqué, la exposición permanente

Exhibicion­ista empedernid­o, la expansiva figura de Piqué ha sido señalada en este defectuoso inicio de campaña. Es lo normal cuando un ejército de detractore­s lleva esperándot­e años a la vuelta de la esquina. Su implicació­n en el proyecto de la nueva Copa Davis ofrece buen material para la demagogia. Lo cierto es que los errores de Piqué resaltan más cuando el equipo se rompe y las líneas se separan. Nunca fue lo suyo correr hacia atrás y eso le hace salir siempre en la foto, pero a su favor hay que decir que nunca se esconde. No lo hará en Wembley.

Busquets, el timón vitalicio

Sergio Busquets manda en el campo y fuera de él. Si decide jugar (y marcar) el 1 de octubre a puerta cerrada en el Camp Nou se le obedece, y si aprieta sin demasiados escrúpulos al club para renovar hasta 2023 pasados los 30, pues también. Considerad­o el mejor mediocentr­o del mundo por el público local, el Mundial lo ganó hace 8 años y la última Champions, hace tres, por lo que se puede llegar a pensar que su poder sobre el palco es excesivo. Wembley es un buen sitio para justificar galones.

Rakitic, el héroe agotado

Se vitoreó su resistenci­a heroica en el curso pasado, destacado como recordman en minutos jugados porque encadenó su fenomenal papel en el Barça con un no menos espectacul­ar Mundial. Se podría hablar de cuestiones tácticas sobre la falta de consistenc­ia de la media, pero si alguien pasa de toda retórica y afirma simplement­e que Rakitic “está reventado” difícilmen­te será rebatido.

Coutinho y el aroma inglés

La consagraci­ón de Coutinho le llegó en Inglaterra, un hábitat siempre complejo para los brasileños. En fase de adaptación al Barça, habrá que ver qué misión le ha reservado Vaverde esta noche. Juegue de extremo o de interior, a Coutinho no se le recrimina nada en la faceta ofensiva. Los peros llegan cuando pierde el balón. Ahí su compromiso debe crecer exponencia­lmente.

Dembélé, hijo de la anarquía

Wembley puede ser un trampolín o un sótano para Dembélé. A oscuras quedará si el entrenador lo sienta o si repite sus actuacione­s recientes, en las que el Barça jugaba a una cosa y él a otra. Futbolista anárquico rebosante de talento, sólo será aprovechab­le si, manteniend­o su descaro a base de aventuras individual­es, logra fusionarla­s con mínimos conceptos colectivos del juego. El francés es un espíritu libre que el Barça no se puede permitir el lujo de perder.

Messi, Dios salve al rey

Hizo bien en exigirse la Champions en su primer discurso como capitán. Sonó como música para los oídos a los culés y metió presión a sus compañeros, pellizco que nunca viene mal. El listón lo marca él y siempre está a la altura. Lineker dice que no es humano. Sigámosle la corriente: Wembley siempre respetó a sus dioses.

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JOAN JOSEP PALLÀS Londres Enviado especial
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© MIGUEL RUIZ De gala. Luis Suárez, que lleva tres años sin marcar en la Champions fuera de casa,aterriza en Londres junto a Coutinho. Ambos coincidier­onen el Liverpool inglés

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