Cortinas de humo
EN las últimas semanas, Hacienda ha anunciado que pagará 1.500 millones de euros más a la Generalitat, Fomento se ha comprometido a acabar el corredor mediterráneo en el 2021, Interior ha aceptado incorporar a los Mossos al Citco, Presidencia ha decidido apoyar los Juegos de Olímpicos de invierno del 2030 de Barcelona-Pirineus y el Gobierno central está negociando retirar los recursos a una serie de leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional. Pero, ayer, Quim Torra se subió a la tribuna del Parlament y le lanzó un ultimátum a Pedro Sánchez: o pone fecha a un referéndum de autodeterminación en noviembre o le retirarán su apoyo al Gobierno.
No parece que el Ejecutivo español esté maltratando a la Generalitat, ni a Catalunya, ni a los catalanes. Mientras la derecha parlamentaria pide que se aplique de una vez el artículo 155 para llevar a negro al autogobierno, a TV3 o a los Mossos –incluso pide vetar el dinero público a los partidos independentistas–, el presidente catalán pasa olímpicamente de las amenazas de PP y de Cs. Es más, se excita imaginando que hace saltar la banca en su partida con el PSOE. Sánchez está poniendo agua al vino en cada polémica que surge en Catalunya, en su voluntad de desinflamar. El Gobierno socialista quiere hacer política, entiende que el trato que ha recibido la Generalitat ha sido injusto y piensa que puede establecerse una colaboración fluida. Pero algunos sectores del independentismo parecen haberle encontrado el gusto a vivir peligrosamente, sin preocuparse por los costes de esta tensión permanente. Puede que las palabras de Torra sean una cortina de humo sobre su pésima gestión del 1-O, que tiene indignados a los Mossos. Lewis Carroll escribió que no hay mejor regalo que una vida llena de aventuras. Torra tiene derecho a creerlo, pero los catalanes nos merecemos un poco de tranquilidad y de prudencia. Y sobre todo una buena gobernanza: para eso pagamos impuestos.