Vuelco histórico
El líder del partido independentista renuncia tras perder incluso en su distrito
Las elecciones al Parlamento de Quebec las ha ganado un partido del centroderecha que jamás había tocado el poder y que apuesta por recortar el número de inmigrantes en detrimento de los progresistas del Partido Liberal y los independentistas del Partido Quebequés.
Quebec ha hecho historia con un vuelco total en las elecciones a su Parlamento provincial. Otra era.
Ganó un partido del centroderecha, que jamás había tocado el poder y que apuesta por recortar el número de inmigrantes.
Los progresistas del Partido Liberal de Quebec (PLQ) cederán el mando tras quince años casi ininterrumpidos en el gobierno y el Partido Quebequés (PQ), principal promotor de la independencia de Canadá, se pegó un batacazo legendario e incluso perdió la capacidad de formar grupo. Por la izquierda, Quebec Solidario (QS), formación soberanista que ha aparcado esta idea, les ha comido el terreno y les ha superado.
“Hoy (por la noche del lunes), muchos quebequeses han dejado de lado un debate que nos ha dividido durante cincuenta años”, dijo a sus seguidores François Legault en referencia a la disputa entre federalistas y soberanistas.
A esa hora (madrugada de ayer en Barcelona), Legault, multimillonario, nacionalista de centroderecha que renunció al independentismo, festejaba su victoria y la de su agrupación. Su Coalición Porvenir Quebec (CAQ), rompía el bipartidismo entre liberales y soberanistas que ha marcado la trayectoria política de la provincia francófona, la segunda más poblada del país.
Por primera vez desde 1976, un partido de nueva creación (Legault lo fundó en el 2011) alcanzaba el ejecutivo: 74 escaños, mayoría abLos soluta, en buena parte por sacar rédito de lo que califican de “fatiga de referéndum”. En especial de los jóvenes, más preocupados por asuntos sociales, que son los que han atendido la llamada del QS de Manon Massé.
Esta ha sido la primera ocasión en tres decenios que la cuestión de la soberanía no ha sido una baza en juego. El independentismo dejó de ser una apuesta en estos comicios. partidos favorables al federalismo canadiense contabilizaron más de un 63% de los sufragios, en una convocatoria en que ha caído la participación por debajo del 70% en comparación a las dos citas previas.
Frente a un deseo de cambio de gobierno, a pesar del boom económico y la ausencia de desempleo que enarbolaron los liberales del primer ministro Philippe Couillard, los más de seis millones de convocados a las urnas dieron la espalda al Partido Quebequés como alternativa.
Lo había sido y, gracias a ostentar el mando, pudieron convocar en 1980 y 1995 los dos referéndums celebrados en “la bella provincia”,
La independencia no ha sido tema, pero el ganador pide limitar la inmigración y someter a los foráneos a examen
ambos sin éxito.
El balance no puede ser peor ahora. De 28 escaños bajan a nueve –por debajo de los doce para formar grupo en el Parlamento provincial– y caen al cuarto lugar. En el tercero se sitúa el QS, que salta de tres a diez asientos. El castañazo ha sido de tal dimensión que su líder, Jean-François Lisée –“no son los resultados que esperábamos”–, anunció su renuncia inmediata. Lo tuvo claro al certificar que no lo querían ni en casa. En Rosemont, su distrito en el área de Montreal, conocido como “la pequeña patria” y almacén soberanista, los electores le dieron la espalda. Prefirieron a Vincent Marissal, el representante de Quebec Solidario.
Que el soberanismo haya perdido su tirón no significa que el tema de la identidad, la cultura quebequesa y la lengua francesa no estuvieran presentes. Así, el programa de la CAQ de Legault incorpora una discutida propuesta que consiste en reducir de 50.000 a 40.000 el número de inmigrantes, a pesar de que hay territorios en que necesitan manos para trabajar. Pero aún es más controvertida la inclusión de que estos inmigrantes se sometan a un examen sobre valores locales y el idioma oficial en tres años.
El primer ministro canadiense Justin Trudeau, liberal como los que deberán abandonar el poder, felicitó a Legault. Sin embargo, esta extensión del nacionalismo frente al globalismo de Trudeau –en junio perdieron en Ontario, la provincia más rica y poblada–, emerge como una sombra para las elecciones del 2019.