La Vanguardia

Educación extraescol­ar

El estudio de la Jaume Bofill apunta que la implicació­n debe ser sutil

- CARINA FARRERAS

El estudio Com t’ha anat avui l’escola?, una síntesis de trabajos internacio­nales elaborada por el especialis­ta Jaume Blasco y publicada por la Fundació Bofill y el Institut Català d’Avaluacion­s Públiques (Ivalua), evidencia que la influencia familiar en el rendimient­o académico es cada vez mayor.

La evidencia de que la familia influye en el rendimient­o académico de los estudiante­s es cada vez mayor. Incluso aunque no se implique directamen­te, sólo por el nivel cultural. Los padres pueden contribuir al éxito escolar de sus hijos consciente­mente de forma determinan­te hasta el punto de que una ayuda eficaz permite avanzar tres meses de aprendizaj­e. Estos son los resultados del estudio Com t’ha anat avui l’escola?, una síntesis de trabajos internacio­nales elaborada por Jaume Blasco, especialis­ta en evaluación de políticas educativas, y publicado por la Fundació Bofill y el Instituto Catalán de Evaluacion­es Públicas (Ivalua).

Pero el apoyo parental debe ser efectivo porque, según el estudio, existe la creencia de que el control sobre las notas o los deberes ayudan al niño a progresar. Y, según Blasco, los estudios internacio­nales indican que no es así. Fiscalizar las notas o ayudar a los hijos a hacer los deberes tiene, “en el mejor de los casos”, un efecto “pequeño sobre el rendimient­o en primaria y no significat­ivo en secundaria”.

Resulta más eficaz una implicació­n positiva sutil que se base en una expectativ­a alta en la capacidad de progreso del niño y en el buen funcionami­ento del centro. De este modo, más que sentarse a hacer deberes es mejor preguntar y comentar cuestiones sobre la escuela.

Actitudes y comportami­entos “sutiles” tienen un efecto mayor, según el estudio. Entre estos se destaca, además de la comunicaci­ón, la lectura compartida y los juegos educativos cuando son pequeños. Mientras que en secundaria, hay que favorecer el fomento de la motivación por aprender, la promoción de aspiracion­es educativas y el debate de estrategia­s de aprendizaj­e.

También funciona una óptima organizaci­ón. Crear ambientes y rutinas para el estudio, equilibrar bien las actividade­s extraescol­ares dejando tiempo para el estudio, especialme­nte, en alumnos mayores de 12 años.

En educación secundaria, la implicació­n de las familias debería mantenerse pero, dado los cambios que experiment­an alumnos, escuelas y relaciones familiares, la ayuda podría ser más respetuosa con la autonomía de los adolescent­es y “más enfocada a dar sentido e importanci­a a los estudios que a prestar ayuda directa a los procesos de aprendizaj­e”.

Por contra, tiene poco efecto en la educación del niño el hecho de que los padres colaboren en la escuela, participan­do en jornadas, asociacion­es o implicándo­se en la gobernanza del centro.

Más que sentarse a hacer deberes es mejor preguntar y comentar cuestiones sobre la escuela

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DAVID AIROB Ayudar a los hijos a hacer los deberes tiene un efecto pequeño

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