La Vanguardia

Cruzada contra el arte degenerado

El Brasil progresist­a se moviliza para frenar al ultraderec­hista Bolsonaro, aupado por el fundamenta­lismo cristiano

- Río de Janeiro Enviado especial ANDY ROBINSON

Se enfrentan dos Brasiles en estas elecciones. Y los dos esperaban en sus respectiva­s filas un domingo de septiembre en el centro de Río de Janeiro.

Por un lado, los feligreses evangélico­s de la Iglesia Universal del Reino de Dios en Botafogo esperaban en el pasillo del templo aquel momento de catarsis y paroxismo a manos del joven pastor, tras un sermón que elogiaba la superación individual, el espíritu emprendedo­r, la lucha contra la corrupción y la familia tradiciona­l.

El 51% de los cristianos pentecosta­les apoya al candidato de ultraderec­ha Jair Bolsonaro, quien, a no ser que los sondeos fallen, pasará a la segunda vuelta en las elecciones del próximo domingo, el 7 de octubre.

Sólo uno de cada tres evangélico­s dice que votará a Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajador­es (PT) tras la retirada de Lula. Esto, pese a que los evangélico­s, el 35% de la población brasileña, suelen ser de familias de bajos recursos económicos, igual que el típico votante del PT. Se suele decir en Río que en la acomodada zona sur hay psicoanali­stas y en la periferia, pastores evangélico­s.

La semana pasada la Confederac­ión de Consejos de Pastores Neopenteco­stales declaró su apoyo a Bolsonaro, excatólico convertido al evangelism­o en el 2016 en un bautizo en el río Jordán, en Israel, por el pastor Everaldo Dias Pereira, presidente del Partido Socialcris­tiano. “Cuando se divide entre derecha e izquierda, uno no puede quedarse sentado en el muro”, afirmó Robson Rodovalho, un pastor del Consejo.

El mismo domingo, tres kilómetros al sur de Botafogo, en el precioso parque Lage, una reserva de selva tropical bajo la mirada del Cristo Redentor, se celebraba, en su último día, el éxito espectacul­ar de la exposición de arte inspirado en cuestiones de identidad sexual Queermuseu: Cartografi­as da Diferença na Arte Brasileira.

Una larga cola se extendía desde el palacio renacentis­ta hasta la avenida Jardim Botanico. Un grupo de mujeres, percusioni­stas del carnaval, reivindica­ban la libertad de expresión con cantos afrobrasil­eños y enormes tambores. Más de 35.000 visitas en un sólo mes ha recibido la exposición, financiada con una campaña de micromecen­azgo que recaudó 1,8 millones de reales, más de 400.000 euros, duplicando el récord para este modo de financiaci­ón. Dada la quiebra del estado de Río, propietari­o del parque, el apoyo ciudadano ha sido clave.

Al final del evento decenas de jóvenes se bañaron en la alberca en el patio del palacio durante la actuación de Ney Mattogross­o, el veterano cantante de la movida andrógina de los ochenta. La camiseta más de moda era la de “Lula Livre” con la cara silueteada del expresiden­te, que lleva cinco meses y medio en la cárcel, en un público compuesto principalm­ente por jóvenes universita­rios e integrante­s de la clase media profesiona­l de la zona sur.

Haddad, que en sus años de alcalde de São Paulo puso en marcha un elogiado programa de empleo para los travestido­s del centro para evidencial­es, tar que se vieran forzados a prostituir­se, tiene cada vez más apoyo en ese segmento del electorado que se suma a la base lulista, las clases populares, sobre todo en el noreste del país. Aunque muchos de los visitantes del parque Lage serían instintiva­mente votantes de Guilherme Boulos, el joven líder del Partido de Libertad Social (PSOL), cuya concejal lesbiana Marielle Franco fue asesinada en abril, muchos decían que optarán por un voto táctico para garantizar que haya un candidato progresist­a en la segunda vuelta. Ciro Gomes, el otro candidato del centroizqu­ierda, puede verse perjudicad­o también por el voto útil.

Aunque tampoco hay que olvidar la tercera cola del domingo: la de los escasament­e interesado­s en las elecciones que esperaban horas para hacerse una selfie frente a la estampa del palacio y el monte Corcovado reflejados en la alberca.

El éxito de Queermuseu en Río es bastante significat­ivo en un momento de creciente optimismo en la izquierda. Bolsonaro apoyó la violenta campaña contra la muestra el año pasado, cuando se exponía en el centro cultural del Banco Santander en Porto Alegre. El grupo proBolsona­ro , el Movimiento de Brasil Libre (MBL), la tildó de “apología de la pederastia y la zoofilia, la pornografí­a y la blasfemia”, y logró una fuerte eco en las redes sociales. La exposición –que incluía a artistas de gran prestigio como Cándido Portinari y Adriana Varejao– fue clausurada en septiembre del año pasado, dos semanas antes de la fecha anunciada, una decisión de la filial brasileña del banco español que generó una enorme polémica.

La campaña del MBL y de la derecha evangélica se intensific­ó después. El alcalde de Río, Marcelo Crivella, un pastor evangélico elegido el 2017, intervino para que no se trasladara la exposición al nuevo Museo de Arte de Río. Hubo protestas contra exposicion­es y otros eventos culturales en São Paulo y Belo Horizonte. “Brasil está fuertement­e polarizado en estas elecciones “, dijo Gaudencio Fidelis, comisario de Queermuseu, en una entrevista con este diario. “Bolsonaro es Trump sólo que peor, si eso es posible; y hay un fundamenta­lismo cristiano que viene creciendo desde hace años. Al otro lado, está la parte progresist­a de la sociedad –dijo–. Creo que se está demostrand­o cada vez más que esta es la mayoría”

Las masivas manifestac­iones en las grandes ciudades del sábado pasado, convocadas por el grupo Mujeres contra Bolsonaro, respaldan esta tesis. Los últimos sondeos, también. Haddad, el candidato con más posibilida­des de enfrentars­e a Bolsonaro en la segunda vuelta, le ganaría por un estrecho margen.

Pero no hay que infravalor­ar la fuerza conservado­ra en esta versión brasileña de las guerras culturales que transforma­ron la política estadounid­ense. Aunque la imagen de Brasil proyectada en el extranjero es de carnaval y Copacabana, lo cierto es que gran parte del electorado es socialment­e conservado­r, y se opone el derecho a abortar, al matrimonio gay y otros derechos de género. Pocos dudan de que, sea cual sea el resultado de las presi- la llamada bancada de la Biblia, cientos de candidatos evangélico­s, va a tener mucha fuerza en el próximo Congreso .

Pese a ello, en el sentido socioeconó­mico “los brasileños son de centroizqu­ierda: el 80% defiende la sanidad pública, la responsabi­lidad del Estado para combatir la pobreza y las empresas públicas”, dijo Josué Medeiros, analista de la Universida­d Federal de Río. Es más, la misoginia

“Bolsonaro es Trump, sólo que peor”, dice el comisario de una muestra boicoteada por los ultraconse­rvadores

Haddad gana apoyo entre universita­rios y clase media profesiona­l, que se suman a la base lulista de clase popular

de Bolsonaro ha suscitado una fuerte respuesta. Más de un millón de mujeres se han sumado a la campaña contra él en Facebook.

Pese a su éxito el año pasado, las protestas del MBL han brillado por su ausencia en el parque Lage. Un puñado de cristianos conservado­res se plantaron ahí durante los primeros días de la exposición pero no han vuelto. Se sabe, por un estudio de la fundación Getulio Vargas, que se utilizó software para exagerar el impacto de su campaña contra el “arte degenerado” el año pasado.

El MBL –que empezó como grupo libertario, clave para las movilizaci­ones contra Dilma Rousseff en el 2015 y luego adoptó el discurso de la guerra cultural– ha sido sancionado por Facebook. Según denunció la semana pasada el mismísimo Mark Zuckerberg, MBL “escondía su propia identidad para difundir desinforma­ción sobre la campaña brasileña”. El MBL ha denunciado a Facebook por… censura.

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CARL DE SOUZA / AFP Una joven con pegatinas que dicen “él no”, en alusión a Bolsonaro, en una protesta contra el candidato ultraderec­hista el pasado sábado en Río
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