Impostores de la tragedia
La picaresca es consustancial a la conducta humana y no se detiene ante las peores tragedias. Lo demuestra lo ocurrido después de los atentados terroristas de París del 13 de noviembre del 2015. Una quincena de personas intentó –a veces con éxito– hacerse pasar por víctimas para aprovecharse de las indemnizaciones y otros beneficios.
Uno de los casos más escandalosos de la estafa ligada al drama lo protagonizó Alexandra Damien, una mujer que ahora tiene 32 años y cuyo juicio se inició ayer en París. La fiscalía pide 18 meses de prisión. Damien, que hasta ahora se había negado a reconocer que era una impostora, cambió ayer su versión. “Vengo hoy a decirles que soy culpable –dijo ante el tribunal, entre sollozos–. Vengo a explicarles las razones. Vengo a pedirles perdón”. Damien, que vestía de negro, reconoció que se trató “del mayor error y deriva de mi vida”, una equivocación que le ha costado incluso el empleo. En tono contrito, prometió que, en cuanto encuentre trabajo, reparará económicamente el daño causado.
Damien se hizo pasar por víctima del ataque perpetrado contra el bistrot Le Carillon, uno de los locales que fueron el objetivo del los yihadistas. Aquella noche nunca se olvidará. Murieron en total 130 personas, 15 de ellas en Le Carillon. La peor masacre fue la de la sala de espectáculos Bataclan. Francia no había sufrido nada parecido desde la II Guerra Mundial. Desde entonces ha habido otros atentados y el país se sigue interrogando sobre cómo puede evitarse la fanatización de la comunidad musulmana autóctona.
La mujer ahora procesada aseguró haber sido alcanzada en un brazo por una ráfaga de fusil kalashnikov. Sobre la presunta cicatriz se hizo tatuar el escudo de armas de París. En él se ve una nave, en el mar, y la siguiente inscripción en latín: “Fluctuat nec mergitur” (batida por las olas pero no hundida). Damien llevó hasta tal extremo su ficción que se prestó a posar para un fotógrafo de la agencia AFP, en un reportaje, con una corona de flores en la cabeza. Justificó el tatuaje como una especie de terapia de resiliencia para ayudarle a superar el trauma del atentado. Posteriormente se supo que la cicatriz fue la secuela de un accidente mientras practicaba kitesurf.
Antes de ser desenmascarada, la falsa victima de Le Carillon había sostenido que, además de resultar herida, le había caído encima un hombre muerto y que dos de sus amigos habían fallecido en el ataque. El dramatismo de su versión resultó verosímil, hasta el punto de que se convirtió en portavoz de las víctimas del bistrot en diversos actos y también de la asociación Life for Paris. Obtuvo una indemnización estatal de 20.000 euros y una estancia de una semana en un hotel de Normandía para una terapia psicológica.
Pese al elaborado relato de Damien, surgieron crecientes sospechas sobre su veracidad. Afloraron incoherencias. Dado que había otros precedentes, varias asociaciones de víctimas decidieron realizar más averiguaciones. Una de las flagrantes pruebas de la suplantación y del fraude fue una entrevista que la mujer había concedido a la cadena estadounidense CNN un día después de los atentados. Allí se había presentado como amiga de algunas víctimas pero en ningún momento dijo que ella estuviera herida. Al contrario, explicó que era una asidua del local pero que ese día no había acudido.
Ayer, ante el tribunal, Damien recuperó la versión dada a la CNN hace casi tres años. Reiteró que se solía ir a Le Carillon y que ese día, poco antes del ataque, había cambiado de planes. Se reafirmó en que perdió “a conocidos” y que le embargó un sentimiento de “culpabilidad”. “¿Los hubiera podido salvar?”, se preguntó. Según ella, entró en una espiral de autoengaño y quedó atrapada “en mi mentira, mi estupidez, mi dolor”.
Está por ver si los jueces comprarán, como atenuante, los argumentos de Damien sobre el impacto psicológico que sufrió. La fiscal indicó ayer que lo tenía claro. “Este caso está marcado por la codicia”, dijo la magistrada. La acusada, por el contrario, sostuvo que nunca la movió un interés monetario.
Una mujer es juzgada en París por hacerse pasar por víctima de los atentados del 2015
La autora del fraude cobró 20.000 euros de indemnización e hizo una semana de terapia en un hotel