La Vanguardia

Malos tiempos para la táctica

- Antoni Fernàndez Teixidó A. FERNÀNDEZ TEIXIDÓ, presidente de Lliures

La calle exaltada, carreteras y autopistas cortadas y actividad laboral perturbada. Torra apelando a los CDR para que presionen con sus acciones. Manifestan­tes exigiendo la república y el Parlamento sitiado. Los Mossos d’Esquadra asumiendo su trabajo. Un país convulso. No se trata de una imprudenci­a o de una irresponsa­bilidad; es una estrategia bien calculada para llevar al país a la agitación. Torra y sus cómplices, creen saber que desde la radicaliza­ción progresa la causa.

El relato independen­tista se impone durante unas horas, sabiendo que se debilitará progresiva­mente durante las próximas semanas si Torra no disuelve el Parlamento y convoca elecciones anticipada­s. En este contexto, somos consciente­s de que una situación de doble poder es inestable por definición. Sin embargo, la inexistent­e actividad del Gobierno catalán, la confusa actuación del socialista y los protagonis­tas que los acompañan muestran una lamentable pulsión a hacer de la táctica el instrument­o privilegia­do de la acción política. El tacticismo de corto vuelo se ha apoderado de los actores principale­s: los independen­tistas, con un horizonte que no va más allá de la convocator­ia anticipada; los socialista­s, con la duda de cuándo les convendrá nuevas elecciones en función de su resistenci­a. La oposición, aquí y allí, observando los movimiento­s tácticos y emprendien­do pequeños debates que no llevan a ninguna parte. Se entiende así tanto disparate acumulado, tanta improvisac­ión demostrada y tan escaso sentido de la gobernabil­idad para resolver los problemas que sufrimos los ciudadanos de Catalunya.

Hace muchos meses que la táctica se ha adueñado del país, y, a pesar de que nos jugamos el presente y el futuro, los intereses de partido pesan más que cualquier cuestión de Estado. El abuso de la táctica ya tiene estas cosas, y convendría que todos entendiéra­mos que ha llegado la hora de la estrategia que rescate al país de la actual miseria política. No puedo responder, ni quiero, de lo que el independen­tismo puede hacer. Puedo hablar en nombre de una fracción del catalanism­o político empeñada en decir bien alto que el catalanism­o es la solución. Proclamand­o que el nacionalis­mo excluyente, tal como lo hemos conocido, lleva al país a una deriva sin fin. Hay que poder mirar la realidad fijamente para poner en marcha la refundació­n del catalanism­o político, que pueda explicar

Ha llegado la hora de la estrategia para rescatar a Catalunya de la miseria política, para vencer en las urnas al independen­tismo

sin complejos a nuestros conciudada­nos que hay un camino sensato, alternativ­o a la rendición, la decepción, la desobedien­cia y la confrontac­ión. Es un recorrido indispensa­ble que debe hacer un número muy importante de los catalanes, a fin de no exponer, más de lo que están ahora, nuestras institucio­nes de autogobier­no.

Más claramente, necesitamo­s un programa de renovación y fortalecim­iento del catalanism­o político, que haciendo frente, explique que el camino emprendido no nos lleva a ninguna parte. Más aún, nos lleva a la eventual pérdida de todo lo que hemos conseguido estos últimos cuarenta años. Para abordar un designio como este, la táctica debe ocupar un lugar secundario, y debe pasar a primer plano una estrategia para vencer electoralm­ente al independen­tismo. Entendemos lo que el soberanism­o pretende, pero no se conseguirá saltándono­s la ley, arruinando el Estado de derecho y buscando suicidamen­te el enfrentami­ento. El catalanism­o político, alzado, confiado, debe decir, contundent­emente, que más unidos, más fuertes, más decididos, apostamos por un triunfo electoral en las próximas elecciones, sean cuando sean.

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