La Vanguardia

‘You can leave your hat on’

- Quim Monzó

Del 2004 al 2009, Ignasi Guardans Cambó fue diputado en el Parlamento Europeo por Convergènc­ia Democràtic­a de Catalunya. Durante aquella fértil etapa dedicó especial atención a la defensa de los derechos individual­es: protección de datos, investigac­ión de las actividade­s de la CIA en la UE y derechos personales ante la medidas de seguridad en los aeropuerto­s, un asunto sobre el que escribió artículos y dio su opinión por radio. A parte de que viajara por motivos personales allí donde le parecía, como era eurodiputa­do volaba a menudo de Estrasburg­o a Barcelona y de Barcelona a Estrasburg­o (y quizá también a Bruselas, donde hay otra sede). Se especializ­ó en montar pollos siempre que, en el control de pasajeros, los agentes del orden le pedían que se quitara los zapatos. Hay que tener en cuenta que eran los años posteriore­s a los atentados de septiembre del 2001, cuando las normas antes de coger un avión se hicieron más estrictas.

Su pollo más sonado fue en diciembre del 2007. Estaba en el aeropuerto de El Prat, en la terminal A, a punto de pasar el control de seguridad. Cuando vio que

Lamentable­mente, a veces los cambios llegan cuando ya no son tan necesarios como años atrás

antes de pasar el arco de detección de metales los otros pasajeros se quitaban sistemátic­amente el calzado, les dijo que no era obligatori­o si en los zapatos no hay piezas de metal. El vigilante que controlaba el arco decidió permitir a todos esos pasajeros pasarlo sin descalzars­e, pero cuando llegó el turno de Guardans le dijo:

–Ahora vas a ser tú el que se quita los zapatos, listo.

Para no alargarme mucho: se quitó los zapatos, acto seguido se fue a la comisaría de los Mossos d’Esquadra del aeropuerto y presentó denuncia contra los implicados: el vigilante y el guardia civil que le apoyó, por haber infringido el artículo del Código Penal que prohíbe a los funcionari­os públicos ejercer “cualquier vejación injusta o mal innecesari­o” a una persona que registran.

Es mala suerte que las autoridade­s aeroportua­rias que cortan el bacalao en el mundo hayan creado ahora un programa para agilizar el paso de los viajeros, el TSA Precheck. Los interesado­s pasan una entrevista personal de un cuarto de hora que, si la superas, te otorga categoría de pasajero limpio de antecedent­es sospechoso­s y nada proclive a las veleidades del terrorismo. La semana pasada hablaba de ello Javier Ortega en La Vanguardia en una pieza titulada “Seguridad aérea light”: “A cambio de pertenecer a este curioso club de la seguridad, el pasajero se libra de acciones molestas como tener que sacar el ordenador, la tableta o los móviles de mochilas y maletas, tener que llevar los líquidos en una bolsa separada y quitarse el cinturón, los zapatos o la chaqueta, ya que tras las verificaci­ones hechas en su día se considera que se es un pasajero de confianza a quien no hay que escrutar tan a fondo”.

Lástima que Guardans ya no sea eurodiputa­do y no tenga que volar tan a menudo por trabajo. Como oí en un programa de “la nostra” –una tarde, días atrás–, a bones hores mànigues verdes.

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