Un libro para despolitizar la lengua
En Catalunya decir que mucha gente de la calle cambia de idioma según su interlocutor es una verdad de perogrullo. Pero cuando se habla de los escritores y de su relación con la lengua parece que se levantan extrañas barreras de incomprensión. No lo ve así Eduardo Mendoza: “En el pasado, los escritores cambiaban de idioma como los pintores cambiaban de corte”. Lo dice un escritor que se considera bilingüe, que tiene como lengua para sus novelas el castellano pero que ha escrito sus obras de teatro en catalán y tuvo un tiempo una columna de opinión en el Avui.
Mendoza presentó anoche en una abarrotada librería +Bernat el libro Otra Cataluña. Seis siglos de cultura catalana en castellano de Sergio Vila-Sanjuán, novelista también y redactor jefe del suplemento Cultura/s de La Vanguardia. Y el libro cuenta precisamente la tradición cultural en castellano en Catalunya, prácticamente desde los orígenes de estas dos lenguas derivadas del latín. Un trabajo que llena un vacío en un tema de candente actualidad, con abundante documentación y la intención de demostrar que existe una tradición cultural en castellano no necesariamente vinculada a los vaivenes políticos. Un libro “bien escrito, útil y original”, en palabras de Emili Rosales, su editor en Destino.
Según Mendoza, el que personajes como Enrique de Villena, descendiente de Wifredo el Velloso, se pasara al castellano es una demostración de “la despolitización de la lengua para el usuario y para el escritor”. Y concluyó que la lectura del libro “me ha aliviado, ha sido como pasar una temporada en una montaña, y más ahora que está todo tan cargado de significados”.
De ese ambiente se hizo eco una pregunta, durante el coloquio, interesándose por primeras reacciones o tuits, pero Vila-Sanjuán lo zanjó recordando que ha procurado darle un “talante ecuánime y barcelonés”, dando por hecho que la condición de ciudadano de esta capital conlleva una cierta neutralidad.
Vila-Sanjuán hizo un breve incursión autobiográfica para justificar su ya lejano interés por la cultura catalana en castellano. Su abuelo, de Cádiz, tradujo a Adrià Gual y utilizó las dos lenguas. Su padre lo llevaba con diez años a la tertulia de la librería Argos donde participaban entre otros Ignacio Agustí y Julio Manegat. Y su actual trabajo como periodista cultural lo ha llevado a conocer escritores en catalán y en castellano. “No podemos prescindir de estas dos lenguas”.
Y a modo de spoiler recordó algunos de los escritores, anécdotas incluidas, que escogieron el castellano desde posturas ideológicas tan dispares como el sacerdote antiliberal Fèlix Sardà o el ideólogo de la escuela moderna Ferrer i Guàrdia. Como la líder anarquista Federica Montseny, autora de novelas de afirmación femenina como La indomable, o Eduardo Marquina, autor de En Flandes se ha puesto el sol, de quien recordó que murió en Estados Unidos y Franco lo hizo enterrar con honores de general (y aquí añadió un “espero que no me escuchen del Ayuntamiento, no sea que le quiten el nombre de los jardines del Turó Park). Como ejemplos recientes apuntó a Francisco Rovira Beleta, con su película Los Tarantos, y Joan Manuel Serrat, con su aclamado Mediterráneo. Verdaderos hits en castellano de la cultura catalana.
“Hace pensar y reflexionar a quienes nos interesan la literatura y las lenguas como medio de unión y desunión”, había señalado antes Eduardo Mendoza.
Un obra que para Eduardo Mendoza “hace pensar y reflexionar a quienes nos interesan la literatura y las lenguas”