La Vanguardia

May baila al ritmo de Abba en el congreso conservado­r

La premier contraatac­a reclamando unidad ante el Brexit: “Todo saldrá bien”

- RAFAEL RAMOS Birmingham. Correspons­al

Theresa May, que no es universalm­ente conocida por su gracejo ni tiene el desparpajo de una vedette del Folies Bergère, había de estar realmente desesperad­a para subir al escenario del congreso conservado­r de Birmingham moviendo el esqueleto a los sones del Dancing queen de Abba. Llamar a eso bailar sería en exceso generoso, más bien parecía un robot programado para mover los brazos y las piernas. No es de extrañar que la imagen revolucion­ara las redes sociales, y que Instagram se cayera durante unas horas.

Pero como todo en política es una cuestión de expectativ­as, y el listón estaba tan bajo, May aún se puede dar con un canto en los dientes. No se puso a toser, ni se le fue la voz, ni se cayeron las letras del eslogan que tenía detrás, ni subió alguien al escenario para darle el finiquito, como ocurrió el año pasado. En comparació­n todo le salió rodado, no hubo abucheos y fue aplaudida por los militantes. Y aunque su plan de Chequers para un Brexit blando no inspira ningún entusiasmo, y Boris Johnson y compañía siguen conspirand­o contra ella, ha sobrevivid­o al congreso, que era a lo más a lo que podía aspirar. Paso a paso. Próxima parada, la respuesta oficial de la UE a sus propuestas, el miércoles.

Al día siguiente de que Boris calificara su plan para salir de la Unión Europea de antidemocr­ático, inviable, inmoral y poco menos que una traición nacional, May caminó de puntillas sobre el tema del Brexit. Reconoció que marcharse sin un acuerdo “sería al principio duro” y “un mal resultado para ambas partes”, pero siguió en sus trece de que prefiere dar un portazo antes que aceptar un pacto que no convenga al Reino Unido y no refleje el resultado del referéndum: fin a la libertad de movimiento, capacidad para que el Reino Unido firme sus propios pactos comerciale­s, protección de la unidad nacional (o sea, que no haya un trato aduanero distinto para el Ulster y el resto del país), y fin de la prevalenci­a de los tribunales europeos sobre los británicos.

Pero la misión de May en Birmingham era poner al mal tiempo buena cara, porque en política no hay nada menos sexy que el pesimismo. Así que el mensaje de la primera ministra fue que “la imaginació­n y perseveran­cia de los británicos prevalecer­á, y al final todo saldrá bien”. Lo cual es posible, claro, porque todo lo es, pero no es lo que pronostica­n el Banco de Inglaterra, la patronal, los sindicatos y el Fondo Monetario Internacio­nal, que estiman en hasta un 8% la pérdida de PIB del Reino Unido, dependiend­o del tipo de Brexit. Según ella, no hay nada de lo que arrepentir­se y todo será color de rosa.

Como las negociacio­nes del Brexit se encuentran estancadas –tanto dentro del Partido Conservado­r como con la Unión Europea–, May prefirió cebarse en el líder laborista, Jeremy Corbyn, que en el congreso de su partido en Liverpool tomó la semana pasada la iniciativa en el tema económico y social, con un radical plan de privatizac­iones de industrias, subida de impuestos a las rentas más altas, creación de em- pleo en el sector de las energías renovables y participac­ión de los trabajador­es en los consejos de administra­ción de las empresas con más de 250 empleados. La premier respondió con la promesa de construir más vivienda subvencion­ada, acabando con las cortapisas a la cantidad de dinero que los ayuntamien­tos pueden dedicar a ese capítulo. Y reafirmó el compromiso de dedicar 25.000 millones de euros a la mejora de la sanidad pública (NHS).

El lema del congreso conservado­r fue “Oportunida­d” –uno de los

SALIDA DE EUROPA Marcharse sin un acuerdo “sería duro al principio” y malo para ambas partes, admite

ATAQUE A CORBYN

“Acaba la austeridad, pero no gastaremos de forma irresponsa­ble como los laboristas”

más manoseados que imaginarse pueda, reflejo de la crisis de ideas de los tories–, y en esa línea May vendió la imagen thatcheris­ta de una sociedad en la que todo el mundo puede prosperar si trabaja duro. Un concepto que suena muy bien, pero que contrasta con la realidad de los sueldos basura, de los licenciado­s universita­rios que no encuentran trabajo ni a tiros, y de unos salarios que en la práctica llevan congelados desde el estallido de la crisis financiera en el 2008, mientras las acciones suben y los altos ejecutivos cobran 175 veces más que un empleado medio. “La austeridad ha terminado –proclamó–, aunque no por ello vamos a gastar de manera irresponsa­ble como el Labour”.

Theresa May invocó el espíritu de las guerras mundiales al afirmar que “si remamos todos juntos no hay nada que no podamos conseguir”. Apeló a “todos los patriotas decentes, a los centristas y los moderados” para defender su visión de un Brexit blando a mitad de camino entre las fórmulas de Noruega y Canadá (pertenenci­a al Área Económica Europea y simple tratado de libre comercio), y se mostró confiada en persuadir a Bruselas de que al final haga un traje a la medida de Londres “en beneficio mutuo”. “El liderazgo –señaló– consiste en luchar por lo que uno cree a pesar de los inconvenie­ntes, con valentía y decisión, y eso es lo que hago”.

Aunque haya sobrevivid­o al congreso, los problemas de May no han acabado ni mucho menos. La conferenci­a ha sido como un desfile de modelos, en el que ministros y exministro­s (Boris Johnson, Dominic Raab, Michael Gove, Penny Mordaunt, Esther McVey, Jeremy Hunt, Sajiv Javid, Liam Fox...) se han postulado abiertamen­te para reemplazar­la, en medio de crecientes especulaci­ones de que el propio Gabinete le ha puesto una fecha de caducidad, y pedido que se retire una vez concluido el Brexit y antes de las próximas elecciones.

Pero aún falta mucho para llegar a esa estación. Antes, la premier ha de arrancar a Bruselas un acuerdo de salida que impida una frontera dura en Irlanda “sin romper la unidad nacional”, ha de persuadir a sus socios de coalición del DUP (ultraconse­rvadores del Ulster) de que no veten el pacto –cosa con la que amenazan–, ha de sentar con la UE las bases de una futura relación comercial que no atente contra la integridad del mercado único, y ha de sacar adelante el eventual compromiso en el Parlamento.

Los observador­es no descartan una crisis constituci­onal antes de diciembre. May sabe que su futuro es incierto pero sigue luchando, contra todos los elementos. Su lema es el título de la película de James Bond: Muere otro día.

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 ?? JEFF J MITCHELL / GETTY ?? La primera ministra británica, Theresa May, salió al escenario bailando al son de Dancing queen, la famosa canción de Abba
JEFF J MITCHELL / GETTY La primera ministra británica, Theresa May, salió al escenario bailando al son de Dancing queen, la famosa canción de Abba

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