El Papa inaugura la primera reunión de obispos con presencia china
Al papa Francisco se le quebró la voz durante la misa de la apertura del Sínodo para los jóvenes que empezó ayer en el Vaticano. Fue cuando recordó que, por primera vez, dos prelados chinos participan en la reunión de obispos después del acuerdo histórico firmado con Pekín que une las dos iglesias del gigante asiático.“Démosles nuestra afectuosa bienvenida –dijo Francisco en la plaza de San Pedro– a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible”.
Francisco se conmovió y tuvo que interrumpir durante algunos segundos su homilía, lo que prueba el alcance del acuerdo por el que legitimaba a siete obispos de la Iglesia oficial china, es decir, nombrados por Pekín. Los dos que están en Roma son Yang Xaoting, de la Iglesia clandestina (elegido por Benedicto XVI) y Guo Jincai, que pertenecía a la Iglesia patriótica y es uno de los ratificados por el papa argentino.
La llegada de los prelados chinos fue la principal noticia de la jornada de apertura del Sínodo para los jóvenes, donde más de 250 obispos de todo el mundo, 34 jóvenes de 18 a 29 años hablarán durante un mes, hasta el 28 de octubre, sobre los desafíos a los que se enfrenta la juventud cristiana. Al final elaborarán un documento consultivo. Los jóvenes tienen derecho a dar su opinión, pero no a votar.
El Sínodo, sin embargo, se ve ensombrecido por la grave crisis de abusos sexuales que vive el Vaticano. El arzobispo de Filadelfia, el conservador Charles Chaput (muy crítico con Francisco), ha pedido cancelar el evento para que la Iglesia pueda afrontar mejor la crisis. Otros también han optado por el boicot. Es el caso del arzobispo de Newark (Nueva Jersey), Joseph Tobin, quien ha preferido quedarse en su diócesis para lidiar con el escándalo; así como del holandés Robert Mutsaerts, que dice que la asamblea no tiene credibilidad.
“La Iglesia debe continuar predicando la tolerancia cero en materia de abusos sexuales si quiere aumentar su credibilidad entre los jóvenes del mundo entero”, escribieron 300 jóvenes reunidos en Roma en marzo, respaldados por 15.000 internautas.
Lo mismo opina Alessandro Battaglia, de 22 años, quien ayer se manifestaba con otros miembros de la asociación Rete l’Abuso, de víctimas italianas de abusos sexuales. Él sufrió abusos en el 2011, cuando tenía 15 años, de un sacerdote que ha sido condenado hace pocos días a seis años de prisión, pero cuando al principio lo denunció a la Iglesia, sólo fue apartado a otra parroquia en contacto con niños por el ahora arzobispo de Milán, Mario Delpini, que forma parte del Sínodo. “Me pregunto qué hacen hablando de jóvenes allí cuando en las parroquias abusan de los niños”, lamenta. Él no ha vuelto a pisar una iglesia.