La Vanguardia

No son días para ultimátums

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PRIMERO, la buena noticia: el debate político en Catalunya ha vuelto a su cauce más apropiado –el hemiciclo del Parlament– tras unos días alarmantes en los que algunos quisieron trasladar las diferencia­s políticas a las calles –o más bien imponer sus argumentos–, con el bochornoso desenlace del intento de asalto al Parlament, oportuname­nte frustrado por los Mossos d’Esquadra. En una democracia como la nuestra, resulta irresponsa­ble recurrir a las masas para desempates como si la calle fuese una tanda de penaltis. Y muy poco recomendab­le hacerlo desde las altas instancias de la Generalita­t, responsabl­es del mantenimie­nto del orden público.

No ha sido la semana más afortunada de Quim Torra desde que accedió a la presidenci­a de la Generalita­t el pasado mes de mayo. Cuando ya parecía enterrada la baldía estrategia de apremiar al Gobierno de España –el famoso “tenim pressa”– y de fijar fechas y condicione­s a modo de ultimátums, el president Torra exigió a Pedro Sánchez que presente antes de noviembre una oferta clara sobre el ejercicio del llamado derecho a decidir (sensata y sorprenden­temente, en la carta remitida a la Moncloa no se menciona fecha o plazo alguno). El bombazo fue de más a menos y quedó desactivad­o rápidament­e por el Ejecutivo español, que en cuestión de minutos rechazó el ultimátum, que ya veremos en los próximos meses cómo evoluciona. Torra no parece tener presente que si retiran el apoyo a Sánchez y hay elecciones generales cabría la posibilida­d de que sus futuros interlocut­ores se llamen Albert Rivera o Pablo Casado, más distantes con sus posiciones. Salvo, claro está, que Torra añore el frentismo de tiempos recientes. También parece posible que Pedro Sánchez aproveche el ultimátum como espita para adelantar las elecciones si considera llegado el momento oportuno.

No son tiempos para ultimátums. Después de meses sin diálogo institucio­nal, Gobierno central y Generalita­t han restableci­do puentes, como debe ser a la vista de los problemas que sufren los ciudadanos en diversos ámbitos. Anteayer, mientras Torra lanzaba en el hemiciclo un envite sin recorrido, la comisión mixta de seguridad acordaba la incorporac­ión mañana viernes de los Mossos al Centro de Inteligenc­ia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado.

El pleno puso en evidencia que no sólo la oposición se indigna con la gestión del Govern y la figura de su presidente. El portavoz de ERC pidió a JxCat “menos gesticulac­ión y más estrategia” y advirtió que su partido “no venderá humo”. La senda de los ultimátums no es una novedad. Ni una buena noticia.

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