La autovía de Castelldefels se reformula para evitar atropellos
Los carriles de la C-31 se estrecharán y permitirán ampliar el arcén frecuentado por los ciclistas
La autovía de Castelldefels (C-31) es uno de los puntos negros para los ciclistas de carretera que los fines de semana salen a hacer kilómetros y superar las curvas del Garraf. Las altas velocidades de los vehículos que pueden circular hasta a 120 kilómetros por hora en algunos tramos del eje costero entre Castelldefels y Barcelona son la causa de la gran mayoría de los 28 accidentes con ciclistas implicados registrados en los últimos cinco años en esta vía.
La preocupante cifra se convirtió directamente en una alarma que requería respuesta cuando un ciclista de l’Hospitalet fue atropellado mortalmente en octubre del año pasado. Desde entonces, el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) ha estado trabajando en la redacción de un proyecto de mejora de la vía sin necesidad de enfrentarse a una gran y costosa transformación.
Se trata de “una propuesta basada en medidas muy sencillas y a un coste muy bajo sin obras de modificación del trazado, pero que permite mejorar mucho la seguridad de los ciclistas”, destaca el vicepresidente de Movilidad del AMB, Antoni Poveda, tras dejar claro que no se trata de un carril bici al uso y está pensado para los ciclistas deportivos, ya que la calación rretera en cuestión no deja de ser una autovía.
La principal variación planteada respecto a la situación actual consiste en estrechar medio metro los dos carriles de circulación en cada sentido. Pasarán a tener 3,30 metros de ancho en lugar de los 3,70 actuales. Eso permitirá ampliar el arcén y garantizar un ancho mínimo de 1,40 metros para dotar así de mayor seguridad a los ciclistas que circulan por la vía. En una parte importante del tramo que será objeto de modificación, el espacio para los ciclistas alcanzará incluso los dos metros de ancho. Además, se instalará una banda rugosa con una línea de separación de 30 centímetros entre el arcén y el carril derecho de circulación que advierta a los conductores de vehículos motorizados en caso de que invadan el arcén por despiste.
La actuación de modificación del ancho de los carriles de circu- se acompañará de la eliminación de obstáculos en el arcén, especialmente en los accesos y salidas de la vía. En esos puntos más conflictivos se pintará el cruce de color rojo, con una estética similar a la de los carriles bici urbanos. También se actuará en las paradas de autobús, cuyas entradas y salidas de la vía son peligrosas para los ciclistas, pero también para el resto de vehículos y los propios buses.
Con todo, el proyecto de mejora de la infraestructura redactado por el AMB queda a expensas de lo que diga la Generalitat de Catalunya, que es la titular de la vía. El ente metropolitano ha enviado el proyecto al departamento de Territori y, según Antoni Poveda, “han mostrado una predisposición muy positiva para estudiarlo y tirarlo adelante”. El modelo más cercano tanto en el mapa como en el sistema de colaboración institucional planteado es la C-245, una carretera que va desde Cornellà hasta Castelldefels, y que incorporará un nuevo carril bus segregado y un carril bici a partir de un proyecto
UN SERIO PROBLEMA
Un tramo de siete kilómetros acumula 28 accidentes con ciclistas en cinco años
UNA POSIBLE SOLUCIÓN
El arcén pasaría a tener 1,40 metros de ancho como mínimo y protegido en las salidas
metropolitano ejecutado de manera conjunta con el gobierno catalán y los ayuntamientos de la zona.
Además de actuaciones sencillas sobre la infraestructura de la C-31, el AMB plantea otra medida de gran calado como la reducción de la velocidad máxima a 80 km/h. Según el estudio técnico elaborado para redactar el proyecto, la velocidad media actualmente es de 89 km/h entre los 75.548 vehículos que se calcula que circulan a diario por el tramo en cuestión de la C-31. La idea de rebajar la velo-