La ley italiana consigue un 34% de mujeres directivas
El país ha pasado de la cola a modelo europeo en seis años
En Italia, un país donde pervive una cultura machista muy arraigada en la sociedad, de vez en cuando hay excepciones. Es el caso de la ley aprobada en el 2011 para garantizar un mínimo de presencia femenina en los consejos de administración de las empresas con participación pública (3.300, muchas pequeñas) y en Bolsa (unas 350). Seis años después, el resultado es más que positivo: el 7% de mujeres en los consejos de administración antes del 2012 hoy ha crecido hasta el 34%.
“Estábamos en una de las peores situaciones de Europa y ahora somos un caso de estudio”, celebra la eurodiputada del Partido Demócrata (PD) italiano Alessia Mosca, quien fue una de las dos representantes que batallaron por su introducción. La otra, Lella Golfo, del PdL (ahora Forza Italia), luchó incluso contra la voluntad de su propio partido presidido por Silvio Berlusconi para sacarla adelante.
La ley bipartidista se estableció como objetivo que al menos el 30% de los miembros de los consejos de administración fuesen mujeres. Contó con tanta oposición de los propios empresarios, de la patronal y también de muchas mujeres que al final establecieron dos techos a superar. Uno, en los cuatro primeros años, dando tiempo a las empresas a adaptarse a los cambios, del 20% de presencia femenina. Y el segundo, a partir de entonces, que debían superar el 30%. Si no se pidió el 50%, explica Mosca, fue porque ya había muchas resistencias y el 30% era el mínimo que establecían los expertos como una masa crítica con poder de cambio. Si no lo cumplían, se enfrentaban a grandes multas, pero no ha hecho falta. Ninguna de las empresas afectadas la ha violado. “Empezaron a darse tanta prisa que muchas llegaron al 30% incluso antes de que fuera obligatorio”, apunta Sandra Mori, la presidenta de Valore D, una asociación de empresas única en Europa que se ocupa de poner en valor las carreras femeninas en las estructuras internas.
Según Mosca, la medida ha sido “un gran éxito” desde dos puntos de vista. El primero, que ha mejorado mucho los procesos de selección al ser una de las leyes más monitoreadas de Italia. El segundo es que ha disminuido la edad media de los consejos de administración mientras han aumentado las competencias. “Muchos estudios nos demuestran que los niveles de educación y de exposición internacional son más altos. No se ha demostrado la preocupación que había por que las posiciones fueran asignadas a miembros de la familia”, asegura la eurodiputada.
Sin embargo, no todo es de color de rosa. La ley nació con limitaciones y tiene una fecha de caducidad: el 2021. Se hizo así para evitar la inconstitucionalidad ya que establece mecanismos de discriminación, aunque sea positiva. Esto comporta uno de los principales desafíos: que no se ha creado una cultura de la igualdad real. “Nos esperábamos un contagio de los consejos de administración para que hubiese más presencia femenina en otros niveles directivos más bajos, pero no ha sucedido”, lamenta Mosca. Sandra Mori añade que la mayoría de mujeres nombradas ocupan posiciones de consejeras independientes, es decir, que tienen “menos poder” frente a los consejeros masculinos. En cifras, sólo el 3% de los consejeros delegados o directores generales de estas empresas son mujeres, y sólo el 17% de los ejecutivos. Es una de las medias más bajas del continente europeo.
Pero al final, la ley ha servido para que algunas de estas mujeres que entraron por esta vía hayan logrado encabezar consejos de administración. Es el caso de la presidenta de la energética Eni, Emma Marcegaglia, o de la presidenta de Allianz, Claudia Parzani. “El 90% de las mujeres que hoy están en los consejos de administración lo están gracias a la ley”, sonríe Mosca desde Estrasburgo. “De vez en cuando, en Italia hay milagros”.