Justicia surcoreana
Li Myung Bak es el cuarto mandatario de Seúl castigado por corrupción
Un tribunal de Seúl ha condenado al que fuera máximo líder del país entre el 2008 y el 2013, Li Myung Bak, a 15 años de prisión por corrupción, y se convierte así en el cuarto expresidente que acaba entre rejas.
Además de reunirse con otros líderes extranjeros o lidiar con su belicoso vecino del norte, el cargo de presidente de Corea del Sur parece llevar aparejada otra carga mucho menos grata para quien ostenta el puesto: pasar una temporada en prisión tras finalizar el mandato. Esta particular dinámica volvió a cumplirse ayer cuando un tribunal de Seúl condenó al que fuera máximo líder del país entre el 2008 y el 2013, Li Myung Bak, a 15 años de prisión por varios delitos de corrupción. Es el cuarto expresidente que acaba entre rejas en la era democrática.
Durante la lectura de la sentencia, Lee fue declarado culpable de cobrar sobornos de varias fuentes, incluyendo unos 5 millones de euros de Samsung, el mayor conglomerado empresarial del país. Como contrapartida, el mandatario concedió numerosos favores a sus ejecutivos y condonó la pena de cárcel que pendía sobre el entonces presidente de la firma, Li Kun Hi, declarado culpable de malversación y evasión de impuestos en el 2009.
Los jueces también dictaminaron que el expresidente ocultó ser el propietario del fabricante de componentes del automóvil DAS bajo la figura de su hermano y malversó más de 18,4 millones de euros entre 1995 y el 2007 cuando, en realidad, era el dueño de facto de la lucrativa empresa. “Poniendo todo esto en consideración, un castigo severo para el acusado es inevitable”, señaló la corte.
A sus 76 años, el político se negó a estar presente durante la lectura del veredicto como protesta por la decisión del tribunal de permitir su emisión en directo por la televisión nacional. Durante la instrucción del caso, en el que la Fiscalía solicitó 20 años de prisión para el acusado, Lee defendió su inocencia, echó las culpas a sus subordinados e insistió en que todo el proceso es una maniobra revanchista orquestada por el actual Gobierno del presidente liberal, Mun Jae In.
Su condena se produce justo medio año después de la dictada contra su sucesora en el cargo, Park Geun Hye, que cumple una pena de 25 años en prisión tras verse envuelta en un dantesco caso de corrupción que llevó a su destitución en medio de masivas protestas por todo el país. Además, el castigo a ambos supone un serio revés para los conservadores, que ven con desazón cómo sus dos últimos líderes pueden acabar sus días en prisión.
Casi todos los presidentes de Corea del Sur han sido testigos de cómo se empañaba su reputación hacia el final de su mandato o durante su retiro debido a los escándalos en los que se han visto involucrados de manera personal o a través de sus familiares o ayudantes.
El exdictador Chun Du Huan, que gobernó el país de 1980 a 1988, fue sentenciado a muerte por su participación en el golpe militar que le aupó al poder, mientras que su amigo y sucesor, Roh Tae Wu (1988-1993) recibió una condena de 22 años y medio de prisión en 1996 acusado de aceptar sobornos, motín y sedición. Sin embargo, ambos fueron indultados y puestos en libertad en 1997.
De esta “maldición” no se libró ni Kim Dae Jung (1998-2003), icono del movimiento democrático del país y ganador del premio Nobel de la Paz en el año 2000, que vio cómo dos de sus hijos eran enviados a prisión por aceptar sobornos. La carrera de su sucesor, Roh Mu Hyun (2003-2008), también terminó en tragedia. Tras acceder al cargo prometiendo erradicar la corrupción, el mandatario decidió acabar con su vida en el 2009 mientras estaba siendo investigado por recibir varios millones en mordidas.
Para los analistas, la raíz de estos problemas radica en la intrincada relación que hay desde hace décadas entre el mundo empresarial, dominado por unos cuantos conglomerados familiares, y el de la política. Si bien esto ayudó a que el país se desarrollara hasta conseguir ser la tercera mayor economía de Asia, también ha favorecido las corruptelas que han llevado a muchos de ellos a prisión. El actual presidente, Mun, llegó al cargo con la promesa de luchar contra esta lacra y se comprometió a nombrar ministros que cumplieran con sus rigurosos estándares éticos, algo que, según Reuters, generó numerosos retrasos en la formación de Gobierno dada la dificultad para encontrar los perfiles adecuados.
Bak ha sido hallado culpable de recibir sobornos de Samsung y ocultar la propiedad de una empresa