El Nobel reconoce la valentía de ambos en la lucha contra la impunidad
depende de vosotras”. El comité reconoció no sólo su contribución en ayudar a las víctimas, sino también su valentía a la hora de “condenar repetidamente la impunidad por la violación masiva” y criticar al Gobierno congoleño y a otros países por no hacer lo suficiente para detener el uso de la violencia sexual contra las mujeres como estrategia y arma de guerra. Nadia Murad (25 años), por su parte, encarna a las víctimas de atrocidades como las que ella misma sufrió: secuestro, esclavismo sexual y violaciones en grupo que no han provocado que agache la cabeza, sino que tras conseguir escapar de las garras del Estado Islámico decidió salir al mundo y relatar lo vivido a modo de denuncia.
Y así se lo reconoce el comité del Nobel: “Rechazó aceptar los códigos sociales de que las mujeres deben mantenerse calladas y avergonzadas de los abusos a los cuales han sido sometidas. Ha mostrado un coraje fuera de lo común relatando su propio sufrimiento y hablando en nombre de las otras víctimas”.
Murad agradeció ayer el galardón señalando que lo compartirá “con yazidíes, iraquíes, kurdos y otras minorías perseguidas y con todas las incontables víctimas de la violencia sexual en el mundo”. Dijo también que “como superviviente, agradezco esta oportunidad de dirigir la atención internacional hacia la difícil situación del pueblo yazidí, que ha sufrido crímenes inimaginables por parte del Estado Islámico”.
Desde Irak, el nuevo presidente del país, Barham Saleh, subrayó que el premio es un “reconocimiento de la situación desesperada” de la comunidad yazidí, además de “un honor para todos los iraquíes que han combatido el terrorismo y la intolerancia religiosa”. Se estima que unas 3.000 mujeres yazidíes han sido víctimas de violaciones por parte del Estado Islámico, que practicó abusos sistemáticos como parte de su estrategia militar.
La concesión del premio a una causa que lucha contra los abusos sexuales a las mujeres hizo inevitable que durante la presentación en Oslo se hablara del movimiento #MeToo, cuando ayer se cumplía un año de las primeras acusaciones contra el productor de cine Harvey Weinstein. La presidenta del comité noruego del Nobel destacó que aunque no son equiparables, “este movimiento y la denuncia de los crímenes de guerra sí tienen algo en común: la importancia de denunciar el sufrimiento de las mujeres y conseguir que dejen atrás la vergüenza y alcen la voz”.