La Vanguardia

La ministra políglota de Austria

- GEMMA SAURA

Kneissl provocó un escándalo cuando este verano invitó a Putin a su boda y se fotografió bailando con él

La titular de Exteriores, situada en el cargo por la ultraderec­ha, asombró en la ONU con un discurso en árabe, francés, español e inglés

El discurso de la ministra de Exteriores de Austria ante la Asamblea General de la ONU tenía, a priori, pocas posibilida­des de colarse en la prensa internacio­nal. Hasta que el pasado sábado Karin Kneissl se subió al estrado y saludó en árabe: “Marhaba”. Habló tres minutos en la lengua de Mahoma, cambió al francés, luego al español y finalmente al inglés. También deslizó una cita en latín y otra en hebreo, mientras agradecía a los intérprete­s su “paciencia e indulgenci­a”.

La exhibición políglota provocó miradas entre perplejas y risueñas en la audiencia. Pero también el contenido sorprendió. La ministra reivindicó que hablaba en árabe porque es un “idioma precioso” y uno de los seis oficiales de la ONU. Dijo que la humanidad tiene una voz en la Asamblea General y que debe utilizarla “para expresar la voz de los que están fuera de este auditorio, especialme­nte en Oriente Medio” y sufren por las guerras.

Cualquiera que escuchase a Kneissl sin saber quién es no hubiese imaginado nunca que la que hablaba es la ministra de un Gobierno que se pelea para fortificar las fronteras externas de la UE y cuyo primer ministro, el conservado­r Sebastian Kurz, lidera la línea dura en inmigració­n junto a la Italia de Salvini y los países del Este. No sólo eso: Kneissl, aunque formalment­e es una independie­nte, ocupa su cargo a propuesta del ultraderec­hista Partido de la Libertad (FPÖ).

Kneissl, una antigua diplomátic­a, periodista y profesora universita­ria de 53 años, fue elegida como solución de consenso después de que el presidente de Austria vetara a los dos primeros candidatos del FPÖ. “Ella era la única persona creíble que tenía el FPÖ en política exterior”, dice Josef Lentsch, director del think tank Neos Lab. Y aunque Kneissl logró el cargo, lo recibió recortado. Antes Kurz había quitado de la cartera de Exteriores los asuntos europeos, que dependen ahora de la Cancillerí­a, precisamen­te para mantenerlo­s a salvo de los ultras.

Kneissl no milita en el FPÖ, aunque desde el 2015 es un rostro habitual en los actos del partido ultraderec­hista. Ella se ha descrito como “un espíritu libre conservado­r”.

Nacida en 1965 en Viena, pasó parte de su infancia en Ammán por el trabajo de su padre, piloto para el rey Husein de Jordania. Allí aprendió el árabe, que continuó en la universida­d en Viena, donde estudió Derecho y lenguas orientales. Es doctora en derecho internacio­nal, con una tesis sobre Oriente Medio.

Trabajó en el gabinete del ministro de Exteriores democristi­ano Alois Mock, y pasó un tiempo en París y Madrid. “Pero su carrera diplomátic­a no despegó como ella creía” y dejó el ministerio, relata Oliver Grimm, correspons­al en Bruselas de Die Presse. Kneissl se concentró en su carrera académica, escribió libros (tiene una decena) y artículos de prensa y se convirtió en una comentaris­ta habitual en la televisión.

“Sus ideas están sin duda muy alineadas con el FPÖ”, opina Thomas Schmidinge­r, experto en Oriente Medio de la Universida­d de Viena, que ha chocado mucho con Kneissl en tertulias. Dice que “su sesgo derechista, antiislámi­co pero con un enfoque biologista”, era evidente desde hace años, antes de su acercamien­to al FPÖ. En un libro del 2012 argumentó que detrás de las primaveras árabes estaba la “testostero­na” de los jóvenes árabes, hombres reprimidos y sedientos de sexo que si llegaban a Europa serían un peligro. En el 2015, con la crisis de refugiados, dijo que la mayoría eran migrantes económicos y que el 80% eran hombres de entre 20 y 30 años. Se convirtió en una de las más feroces críticas de la política europea de migración, sobre todo de Merkel. Kneissl, a quien hasta entonces también invitaban a actos de la izquierda, se convirtió en la analista internacio­nal de cabecera del FPÖ.

Cuando la ministra habla en la ONU de escuchar la voz de Oriente Medio, señala Schmidinge­r, “no se refiere a los movimiento­s democrátic­os o los sindicatos, sino que hay que escuchar a los regímenes árabes; es partidaria de los líderes autoritari­os tipo Asad, que saben controlar a su gente y, sobre todo, mantenerlo­s alejados de Europa”. En eso no sólo está alineada con el FPÖ, también con Kurz: el primer ministro ha elogiado “la eficiencia” del dictador egipcio Al Sisi.

Ideologías aparte, a Kneissl se le critica a menudo su arrogancia. “Es muy vanidosa. No ha dado ni una sola entrevista en que no mencione los idiomas que habla o los libros que ha escrito”, señala Grimm. “A veces sueño en italiano, a veces en francés. Todavía escribo mi diario en francés, ya que sobre algunos temas sentimenta­les reflexiono más fácilmente en francés”, contó la ministra en la primera entrevista que concedió al Financial Times.

Grimm también duda de su independen­cia respecto al partido que la colocó. “Está siendo muy útil pa- ra los objetivos políticos del FPÖ”, dice el periodista, que destaca que Kneissl ha cuestionad­o la legalidad del voto del Parlamento Europeo para aplicar el artículo 7 contra la Hungría de Viktor Orbán.

El mayor resbalón de Kneissl ocurrió este verano, cuando invitó a Vladímir Putin a su boda con el empresario Wolfgang Meilinger. En un momento de alta tensión entre Europa y Rusia la ministra se dejó fotografia­r bailando con el jefe del Kremlin, en las mismas narices de Kurz y miembros del Gobierno.

“Fue realmente bochornoso para el Gobierno. Parece que cuando Putin vino a inaugurar una exposición en Viena ella le dijo que se casaba y que fuera. Y él, que es astuto, vio una oportunida­d. Es una mujer inteligent­e, pero también muy poco profesiona­l. Ni siquiera avisó al gabinete de Kurz que Putin estaría ahí. Se notó que se sentía de lo más halagada, sin pensar en las repercusio­nes”, dice el periodista de Die Presse. Por otra parte, destaca Grimm, Kurz se ha reunido ya cuatro veces con Putin en menos de un año, así que quizá no le molestó tanto.

Los ciudadanos, en todo caso, le han perdonado la metedura de pata. Los sondeos indican que Kneissl es una de las políticas más populares del país, sobre todo entre sus compañeros del FPÖ.

“Creo que la gente la reconoce de la televisión y eso la inmuniza hasta cierto punto. Tiene conocimien­tos, pero es una mala política. Para el FPÖ es aún un activo, pero para el Gobierno y la presidenci­a de la UE se ha convertido en un lastre desde el affaire Putin, que fue un desastre a nivel internacio­nal. Lo cierto es que su cartera se ha debilitado desde que los asuntos de la UE están en manos de la cancillerí­a, así que realmente ella no puede hacer mucho, sea bueno o malo”, dice Lentsch.

 ?? MARY ALTAFFER / AP ?? La ministra de Asuntos Exteriores austriaca, Karin Kneissl, durante su intervenci­ón ante la Asamblea General de la ONU, el pasado sábado
MARY ALTAFFER / AP La ministra de Asuntos Exteriores austriaca, Karin Kneissl, durante su intervenci­ón ante la Asamblea General de la ONU, el pasado sábado

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