La Vanguardia

Un devoto del tren al mando de Rodalies

- SILVIA HINOJOSA

“¡Esta obsesión por el tren es freudiana!”, se ríe Pere Macias (Olot, 1956), apuntando un motivo para la atracción que siente desde niño por el ferrocarri­l y que atribuye, en parte, a una frustració­n: el cierre a finales de los sesenta de la línea Olot-Girona, que cogía con su abuela para visitar a las amigas de la Vall d’en Bas. “Tengo dibujos de pequeño y ya hay trenes y creo que los de Olot tenemos esa fijación porque nos quitaron el carrilet ,un tren que era como de película y yo no entendí por qué”, apunta este veterano político convergent­e –ahora ya sólo militante–, que ha sido nombrado por el Ministerio de Fomento coordinado­r de Rodalies, un servicio ferroviari­o que aunque depende de la Generalita­t presta Renfe y circula por vías de Adif. “El trabajo que hay que hacer ahí es colosal”, asegura. La red, antigua y sobrecarga­da, arrastra una carencia de inversione­s que se traduce en reiteradas incidencia­s. Y la usan a diario 335.000 catalanes.

Macias elige explicarse desde la estación de França de Barcelona, un regio equipamien­to catalogado que quedará inevitable­mente en desuso cuando esté lista la futura estación de la Sagrera, en la que confluirán la alta velocidad y los trenes de Rodalies. “Esto es una maravilla, pero en unos años no tendrá mucho sentido”, lamenta Macias, dando un paseo entre los andenes de esta estación casi centenaria, en cuya estructura modernista se están realizando trabajos de mantenimie­nto.

Ingeniero de Caminos, con una tesis doctoral que estudió la implantaci­ón de la alta velocidad en España, Macias ejerció la política durante más de tres décadas, siempre con la divisa del consenso. Ya desde sus inicios, como alcalde de Olot (1984-1995), lo practicó. “Después del pleno nos íbamos a cenar y a tomar un gin-tonic gente del PSC, del PP, de ERC, del PSUC y de CiU y un par de periodista­s. Éramos amigos, cada uno hacía su papel, había exigencia, pero respeto. Y lo mantenemos, una vez al trimestre”, asegura. Convergènc­ia aprovechó ese perfil dialogante para el tándem con Josep Antoni Duran Lleida, primero en CiU y luego en el Congreso, donde Macias fue portavoz adjunto entre el 2008 y el 2015. Tras la ruptura de la federación, dejó la política. “El proceso soberanist­a lo he vivido desde fuera. Soy militante del PDECat y si me piden mi opinión la doy, pero en privado”, apunta.

Su mejor etapa política, asegura, fue en Olot. “En aquellos años la oposición cumplía su función, pero no había tanta inquina, y pudimos hacer muchas cosas en los ayuntamien­tos, con transparen­cia, que ahora sería imposible, ¡nos crucificar­ían! Y también había más nivel. Admiro mucho a la gente que está en la política municipal porque se ha vuelto muy agria”, asegura.

Su última experienci­a en el ámbito local marca indudablem­ente esta valoración. Tras dejar la política, la alcaldesa Ada Colau lo fichó como técnico para unir el tranvía por la Diagonal, una decisión que no cayó bien en las filas convergent­es. “El tranvía es hijo mío”, subraya Macias. Estaba al frente de la Autoritat del Transport Metropolit­à, como conseller de Obres Públiques, en la época en que se impulsó el proyecto del Trambaix y el Trambesòs. Por falta de consenso político no se ha podido aprobar ahora esa conexión. “Nadie quiere dar ese triunfo a la alcaldesa en un año preelector­al, pero se hará. Y ya lo dejamos listo para empezar en un plazo de dos semanas”, señala.

Al abandonar la política también recuperó su plaza de profesor de Legislació­n Urbanístic­a en la Universita­t Politècnic­a de Catalunya, donde da clases desde los ochenta, salvo los años de excedencia por la política. En el 2004 y vinculada a la universida­d, impulsó junto a otros profesores la fundación Cercle d’Infraestru­ctures, que ofrece for- mación y hace difusión de las infraestru­cturas desde una perspectiv­a moderna y sostenible. Él, que fue conseller primero de Medi Ambient y luego de Política Territoria­l, entre 1996 y 2001, tiene un discurso muy en línea con las energías limpias y la necesidad de incorporar la racionalid­ad en ámbitos como el transporte. “No soy anticoche, pero en la ciudad, con un transporte público que funciona razonablem­ente bien, es un anacronism­o”, apunta.

Pero los viernes sí que coge su vehículo para volver a Olot, a la casa familiar. “Allí tengo todo tipo de aparatos terrorífic­os para segar, desbrozar y lo que haga falta. Tenemos un prado, un bosque y árboles que cuidar y, como me ocupo yo solo, tengo un hobby para todo el fin de semana; es mejor que ir al gimnasio. Según mi mujer, ¡a veces llega a la obsesión!”, bromea.

Muy aficionado a la música y las letras de Sabina, también disfruta con Sau y, en su momento, con Luz Casal, con quien compartió un whisky en el camerino después de una actuación en Olot. Ventajas de ser el alcalde. “Y la ópera es sensaciona­l. Wagner, sobre todo Tannhäusse­r, El holandés errante, Lohengrin... cuando dice a Elsa von Brabant ‘lo tendrás todo, pero no preguntes quién soy’ y ves que acabará preguntand­o, y la música...,¡es de una gran intensidad!”, sostiene.

En lo referente a lecturas, confiesa su preferenci­a por las novelas de Michel Houellebec­q y Haruki Murakami y, en ensayo, autores como Naomi Klein y Yuval Noah Harari. Y concluye, con una sonrisa: “Luego están mis obsesiones ferrocarri­leras, libros de historia del ferrocarri­l o de obras de ingeniería y su relación con la historia, como la epopeya de la construcci­ón del canal de Panamá”, detalla.

Lee a Houellebec­q y Murakami y le gusta escuchar a Sabina; el fin de semana, toca jardinería en Olot Ingeniero, con una tesis sobre la alta velocidad, el veterano político convergent­e tendrá que poner orden en una red antigua y colapsada

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Pere Macias, el pasado viernes, junto a un tren de la red de Rodalies, en un andén de la estación de França de Barcelona
MANÉ ESPINOSA Pere Macias, el pasado viernes, junto a un tren de la red de Rodalies, en un andén de la estación de França de Barcelona

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