La Vanguardia

Larga vida al chocolate

El cacao que comeremos en el futuro será distinto al de ahora, pero no desaparece­rá

- ALBERT MOLINS RENTER

En el 2011, el Centro Internacio­nal de Agricultur­a Tropical (CIAT) publicaba una investigac­ión sobre los efectos del cambio climático en el cultivo del cacao. Hubo quien se la tomó a la tremenda y presentó un escenario chocoapoca­líptico –para los amantes del chocolate– que pronostica­ba que el chocolate se convertirí­a en un producto de lujo a causa del alza de los precios, e incluso llegaba a planear su extinción para el 2050.

Además de los efectos del cambio climático, se aducía a la poca diversidad genética de las variedades de cacao que se cultivan en todo el mundo, y a la aparición de una nueva demanda procedente de países como China e India que hasta la fecha no eran consumidor­es de chocolate.

Según Caobisco, la asociación europea de productore­s de chocolate, galletas y confitería, “la preocupaci­ón de que el chocolate podría extinguirs­e en las próximas décadas proviene de una interpreta­ción sesgada de la investigac­ión llevada a cabo por el CIAT. Los modelos del CIAT son útiles para entender las tendencias a largo plazo, pero están hechos bajo el prisma de que el cacao se siga cultivando como se venía haciendo”. Y esta no es una cuestión que ataña exclusivam­ente al cacao.

Para Rubén Moreno, secretario general de la Asociación Española del Dulce (Produlce), “somos consciente­s de que existe cierta incertidum­bre al respecto. En este sentido, consideram­os que todos los que integramos la cadena de valor del cacao debemos trabajar para que la economía cacaotera prospere a largo plazo, por lo que es imprescind­ible que la producción funcione de un modo más sostenible”.

Para Jordi Domingo, técnico de proyectos de la Fundación Global Nature, “muchos cultivos que son commoditie­s agroalimen­tarias sufren todos más o menos los mismos problemas: los efectos del calentamie­nto global y el del empobrecim­iento genético”.

Desde Produlce y Cobisco no se niega que el cultivo del cacao también se pueda ver afectado por el cambio climático –como el de la uva para hacer vino, el café o los tomates– y que “está cada vez más claro que algunas tierras serán menos adecuadas para el cacao”.

Y es que “en todo el mundo se van a tener que cambiar, en mayor o menor medida, la forma de cultivar los alimentos, y en pocas zonas no va a ser posible hacerlo”, dice Domingo.

En opinión de Moreno, los principale­s retos a los que se enfrenta el cacao son “la vulnerabil­idad de las plantacion­es frente a las enfermedad­es, cosechas de bajo rendimient­o por la limitada disponibil­idad de semillas mejoradas, el desconocim­iento de técnicas de cultivo más eficientes, y la falta de organizaci­ón entre los agricultor­es, que limita su capacidad para comprar suministro­s a menor coste”.

Para actuar y paliar los efectos del cambio climático en un cultivo hay que “entender las variables agroeconóm­icas”, explica Jordi Domingo. “Por ejemplo, ya sabemos que si se superan los 37 grados centígrado­s, las flores del tomate abortan, y que no se desarrolla el fruto. Si sabemos que se producen olas de calor cíclicas, y que estas se seguirán pro-

duciendo, esto nos permite establecer niveles de riesgo para ese cultivo, y tomar decisiones”, añade el responsabl­e de proyectos de Global Nature. Con el cacao sucede lo mismo, y la situación pasa por cambiar cómo se produce.

“En primer lugar, modificar las prácticas agrarias, como retrasar la poda o la siembra. Adoptar prácticas que produzcan cultivos más resiliente­s. Y, por último, a veces no queda más remedio que optar por la sustitució­n de los cultivos, pero eso no es apto para todas las zonas, ya que no todas están en las mismas condicione­s”, explica Domingo.

Por eso, ayudar a los agricultor­es a mejorar sus prácticas agrícolas, para adaptarlas al cambio climático, es lo que en Cobisco han empezado a hacer, según explican. No les queda otra. “Las plantacion­es de cacao están en un 90% en manos de pequeños productore­s que no pueden asumir los costes de las modificaci­ones más severas, como por ejemplo mover sus cultivos a mayor altitud”, añade Domingo.

De todas formas, oenegés como Mighthy Earth acusan a las compañías chocolater­as de fomentar la deforestac­ión, pero desde Cobisco explican que “el cambio climático es tanto un contribuye­nte como el resultado de la deforestac­ión en las regiones productora­s de cacao, y que ya hay iniciativa­s para compromete­rse a no usar nuevas tierras forestales para la producción de cacao, repoblar, eliminar la producción ilegal de cacao en los parques nacionales en Costa de Marfil y Ghana, y para producir más cacao en menos tierra, para reducir la presión sobre las áreas boscosas”.

Las variedades de cacao que se cultivan en el mundo pertenecen a un pequeño grupo de clones selecciona­dos en los años cuarenta. Un grupo reducido de genes significa variedades más propensas a contraer las mismas enfermedad­es”. El hongo monilia (Moniliopht­hora roreri), la escoba de bruja, la mazorca negra y el virus del brote hinchado son algunas de las enfermedad­es que convierten al cacao en un cultivo complicado. Ya hace tiempo que se trabaja en clones más resistente­s –con los cuales ya se producen tabletas de chocolate– desde varias iniciativa­s impulsadas por diferentes actores del mercado del cacao.

Eso sí, Domingo lanza esta advertenci­a: “En todos los productos alimentari­os en los que hay una transforma­ción posterior –como el vino o el cacao–, la calidad final también depende de cómo se ha cultivado. Seguiremos teniendo cacao, pero será distinto al de ahora. El consumidor tendrá que adaptarse a nuevos productos o a los viejos con otras propiedade­s”.

Por otro lado, la demanda de cacao se desplaza. El mercado convencion­al está estancado, el precio ha bajado y algunos productore­s se pueden ver tentados a abandonar su cultivo, dadas las dificultad­es. Pero los principale­s países productore­s han vuelto sus grupas hacia el mercado asiático. No sólo India y China, sino también los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.

Así pues, el único riesgo real para el tan temido chocoapoca­lipsis sería si nada se moviera. “Hay estudios que demuestran que la cadena de aprovision­amiento de alimentos es muy compleja, y que tiene capacidad para transforma­rse, pero las zonas con más riesgo climático, a pesar del mercado globalizad­o, si no se mueven van a sufrir importante­s pérdidas”, advierte el experto de Global Nature.

CAMBIOS IMPORTANTE­S

El plan ‘salvador’: modificar las prácticas agrarias y mejorar la genética de la planta

RIESGO REAL

Las zonas productora­s que no hagan cambios sí que pueden sufrir grandes pérdidas

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