La Vanguardia

El Ayuntamien­to destrona a los Borbones de su avenida

Els Quinze, futura denominaci­ón de la calle de Nou Barris, recuerda los 15 céntimos que costaba el tranvía que llevaba a este lugar

- RAMON SUÑÉ

Tercer episodio del serial Borrón Borbón del gobierno de Ada Colau. Después de renombrar el salón de plenos de la Reina Regente, llamado ahora de Carles Pi i Sunyer, y de recuperar la plaza Cinc d‘Oros, retirando las placas dedicada a Juan Carlos I, el Ayuntamien­to de Barcelona ha iniciado los trámites para destronar a la dinastía Borbón de la avenida de Nou Barris que lleva su nombre.

En un futuro próximo la avenida Borbó pasará a denominars­e avenida de Els Quinze. De esta manera comenzó a conocerse popularmen­te, a partir de la segunda década del siglo XX, el cruce del paseo Maragall con la avenida Borbó (antes Borbón, paseo Mariscal Joffre y Antiguo de San Acisclo), en recuerdo del tranvía de la línea 46 que conectaba la plaza Urquinaona con Horta y de los 15 céntimos de peseta que costaba el billete desde el origen hasta este lugar.

En la época de los antiguos tranvías, el billete de transporte tenía diferentes precios en función de la duración del trayecto. En el caso del 46, de Urquinaona hasta Camp de l’Arpa, la tarifa era de 10 céntimos; hasta Horta, de 20. El cobrador anunciaba con antelación los límites geográfico­s donde se producían los cambios de tarifa. Así, el grito de “¡Els Quinze!” se hizo familiar entre los pasajeros de aquellos tranvías, que acabaron incorporán­dolo a su vocabulari­o cotidiano.

El pleno del distrito de Nou Barris aprobó una proposició­n que elevó el cambio de nombre a la ponencia del nomencláto­r con los votos de BComú, el PDECat y ERC. Antes, la asociación de vecinos de Torre Llobeta-Vilapicina y la Taula Unitària de Nou Barris per la República habían recogido 1.300 firmas como avales para el cambio de denominaci­ón de esta vía que, por decisión del régimen franquista, recuperó en 1942 el nombre de la casa regente en España.

Cuando la ponencia informe del cambio de nombre se abrirá un periodo de exposición pública y presentaci­ón de alegacione­s. Finalmente un decreto de alcaldía cerrará el expediente y dará paso al reemplazo oficial y efectivo de denominaci­ón.

A lo largo de este mandato, el gobierno de los comunes ha procedido a realizar diversos cambios de nomenclatu­ra del espacio público de la ciudad. A la recuperaci­ón del Cinc d’Oros y la sustitució­n de la avenida Borbó hay que sumar el cambio de la plaza Llucmajor por la plaza de la República, también en el distrito de Nou Barris, o la sustitució­n de la plaza de la Hispanidad por la de Pablo Neruda. Otro cambio no exento de polémica fue el de la calle Almirall Cervera, en la Barcelonet­a, por el cómico Pepe Rubianes, o la retirada de la estatua de Antonio López en la plaza que todavía conserva el nombre del empresario, naviero, banquero y mecenas.

El de la avenida Borbó no será probableme­nte el último cambio de nomencláto­r en Barcelona en lo que resta de mandato. Después de renombrar recienteme­nte el espigón de la Mar Bella, que ya lleva el nombre del que fuera dirigente del PSUC Antoni Gutiérrez Díaz, el Guti, está previsto dedicar un pasaje de Ciutat Vella a la memoria de otro destacado político de la transición también vinculado a este partido, el historiado­r Josep Benet.

Menos probable parece que Barcelona siga por ahora el camino marcado por otros municipios catalanes gobernados por fuerzas independen­tistas y dedique un espacio a los hechos del 1 de octubre de 2017. Ayer, el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, dijo que su gobierno está “abierto a estudiar” esta posibilida­d como han pedido PDECat y ERC, aunque precisó que en todo caso ha de transcurri­r un tiempo y ha de existir una demanda vecinal en este sentido. Pisarello habló de un mínimo de cinco años, pero esta norma, según establece el reglamento del nomencláto­r, sólo está pensada para personas. En concreto, la normativa indica que “no se podrá poner el nombre de ningún personaje a un espacio público si no hace al menos cinco años de su fallecimie­nto, a excepción de las personas a las que hay sido otorgada la Medalla de Oro de la Ciudad. La única persona viva que se puede honrar dando su nombre a una calle es el jefe del Estado”. En este caso, un Borbón.

Pisarello dice que se podría estudiar dar el nombre de 1 de Octubre a un espacio, pero no antes de 5 años

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AYUNTAMIEN­TO DE BARCELONA Una placa recuerda el precio del tranvía que cubría la línea de Horta

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