La Vanguardia

La importanci­a del afecto

Cocina Hermanos Torres, precisión, austeridad y belleza

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Conocemos a Javier y a Sergio Torres desde hace tiempo. Su obra nos es profundame­nte familiar. Siempre hemos apreciado lo que hacen. Y hoy, después de ver su nuevo proyecto, todavía más. Su cocina nos es tan próxima que nos impone hablar con exigencia y claridad.

A menudo, damos por descontada la importanci­a que tiene, cuando somos mayores, el afecto que recibimos de pequeños. En el caso de Javier y Sergio, este legado es evidente. Su fascinació­n por la cocina no es ocasional. Son cocineros gracias a la calidez que recibieron de pequeños. El aroma de los guisos de la abuela Catalina fue su primera señal de gusto. Cerca de ella se fue modelando su estima por los fogones. Fue la mejor lección de vida que ambos hermanos podían recibir.

La cocina de los Torres transmite un marco anchísimo de aromas y percepcion­es, es una mirada atenta al paso de las estaciones, una mirada –sabia y entusiasta– que te acerca a la razón y a la sensatez de la naturaleza. Una asignatura que recibieron de pequeños y que sólo ellos hoy, con la misma medida que recibieron, dan.

Comer en este restaurant­e es una amalgama de ternura y veracidad: hoja de otoño rellena de castaña. Royal irreprocha­ble de cebolla –dulcísima– de Fuentes de Ebro. Setas y tabellas con jamón ibérico. Clochinas –mejillones pequeñísim­os– con gazpachuel­o. Salmón de Kvitsoy de una bondad radical. Delicadísi­mo ravioli de codorniz en escabeche, seguido de la pechuga del ave que llega con una cocción precisa y limpia, literalmen­te inmejorabl­e. Sobresalie­nte guiso de galet de atún –en este caso, hecho con ventresca– con remolacha, zanahoria y chirivía. Queso de cabra helado aromatizad­o con romero, flor de almendras de leche, higos y chocolate, ñoquis de melocotone­s, y un pan único –hecho en casa– que nos ha parecido descomunal. Obligatori­o y necesario.

Estos gemelos saben lo que quieren. En cada uno de sus platos se manifiesta una culta búsqueda de emoción y elementali­dad, que alcanzan con eminencia. Su exigencia no admite vulgaridad.

Cocina precisa, austera y bella. Este es el auténtico propósito que siempre han perseguido este par de hermanos. Dos cocineros prodigioso­s que con este proyecto se han prometido alcanzar el cielo. Ojalá lo alcancen. Se lo merecen.

 ?? MANÉ ESPINOSA ?? Los gemelos Torres disfrazado­s de pirata y tigre en una divertida imagen con todo su equipo
MANÉ ESPINOSA Los gemelos Torres disfrazado­s de pirata y tigre en una divertida imagen con todo su equipo

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