Belleza desolada
Low
Lugar y fecha: Fabra i CoatsFàbrica de Creació (3/X/2018)
De manera discreta, pero sin altibajos, Low celebra 25 años de carrera con su decimosegundo álbum Double negative. Los seiscientos fans que agotaron las entradas indican que el trío de Minnesota se ha convertido en un icono de la música alternativa. El slowcore que practican asienta sus fundamentos en las maravillosas armonías vocales que desgranan la pareja protagonista, el guitarrista Alan Sparhawk y la batería Mimi Parker, muy bien secundados por el bajista Steve Garrington.
Con un repertorio centrado en los temas nuevos, en los de su anterior álbum, Ones and sixes, y puntuales repescas mucho más pretéritas, ofrecieron una cohesionada ceremonia de la desolación que se convirtió en una especie de plegaria religiosa, no en vano son practicantes de la fe mormona.
Alternándose a la voz solista y a los coros o cantando al unísono, su juego armónico dio mucho de sí, lejos del sonido abrupto y electrónico del nuevo disco, ya desde la inicial
Quorum. Sus arreglos para el directo, con un sonido minimalista en el que están proscritos los solos y en el que la batería siempre es tocada con escobillas y baquetas acolchadas, confieren a las canciones un tono intimista y casi folk en Plastic cup o The innocents.
Sus desarrollos solemnes, de lentos crescendos y voces que se enfilaban hasta los tonos más agudos, sobre todo ella, confirieron a temas como
Tempest una aura casi mística, oscilando entre el susurro y la distorsión, caso de Always up, la contención y el falsete de
Dragonfly o el tono de misa de difuntos que tuvieron Do you know how to waltz? y Lazy .Y, ya fuera cantando como los ángeles en la parábola de Poor sucker o esculpiendo la tensión y el dramatismo de Rome (always in the dark), hicieron levitar a la audiencia, o mejor dicho, y parafraseando el título de una de sus canciones más celestiales, Fly, volar.
El trío de Minnesota ofreció una ceremonia de la desolación que parecía una especie de plegaria religiosa