Resucitar (o no)
El Manchester City tenía tan mala pata que incluso existe el concepto citytis (no confundir con la infección). Hoy, Ave Fénix de entre las cenizas, cuesta creerlo, pero en 1998 bajó a tercera división. No importa, porque uno cambia de pareja, pero no de club, y ama antes a su equipo que a la música, a su mujer y sus hijos. Sería el caso de Noel Gallagher, que ha prologado Cuaderno de Manchester. De cómo y con quién
Pep Guardiola conquistó Inglaterra. Y también de Mark Aspinall, que lleva casi treinta años viviendo en Barcelona, y presenta el libro de Lu Martín y Pol Ballús en el Som.Y, en la plaza Osca. Aquí se reúne la peña oficial del City, desde que sus seguidores se hartaron de ver los partidos rodeados de guiris bebedores.
El equipo está de moda. “Ya no eres cool, ahora eres mainstream”,
le advierte el periodista Santi Giménez a Aspinall. Y explica que, publicado por Malpaso, éste es un trabajo de investigación, no sólo por los bares de la ciudad (habla más de fiestas que de partidos). También aporta datos que los autores no habían revelado, como cuál es el perímetro craneal de Guardiola, o que Ter Stegen estuvo más cerca de fichar por el club inglés de lo creímos: su novia hizo las pruebas de acceso a la universidad de Manchester, y nunca sabremos qué habría pasado si la hubieran admitido.
Custodiados por el editor Malcolm Otero y el omnipresente Dani Costafreda, el veterano Martín y el joven Ballús reconocen el mérito del míster (“él es la bestia”) y de quienes lo rodean (“unos genios”). El entrenador asistente, Mikel Arteta, además es buen tío: repitió la entrevista que le habían hecho después de que la perdieran. Cuentan que Manel Estiarte, en el equipo técnico, sabe cuándo actuar y cómo; entra en el vestuario y huele el ambiente, lo huele todo. Creo que figuradamente. Pero volvamos al término mainstream, a esa corriente popular con la que se etiqueta a autores como Stephen King, despojándolos de cualquier posibilidad de prestigio. Es tan prolífico que firmó algunos libros con pseudónimo porque copaba las mesas de noveformado dades. Casi todo lo que ha escrito ha sido adaptado al cine o tv movies.
La fundadora de L’Altra Editorial, Eugènia Broggi, reconoce en la Taifa que no había leído nada suyo hasta que Eduard Màrquez le recomendó On writing, y ella lo miró con cara de “vols dir?”. Ahora lo ha publicado en catalán, Escriure. Memòries d’un ofici. Les Males Herbes reivindican al autor con Torn de nit, un compendio de relatos que puede leerse de forma complementaria. Juntos conforman la teoría y práctica del autor. Aquí están sus inicios, sus obsesiones, su método, el alcohol y los algodones en las fosas nasales para no moquear tras las rayas que se metía. La directora de Club Editor, Maria Bohigas, superfan de King, los anima a que le escriban para que sepa que representan la antítesis de lo que le pasado hasta ahora, que publica en sellos comerciales sin el cariño de la crítica. Pero es muy inaccesible, “y si leemos Misery entendemos por qué”, comenta el editor Ricard Planas. Su socio Ramon Mas acaba de decir: “Los autores de género tienen mucho miedo y son de derechas; en esto último, King es una excepción”. También es un icono pop.
¿Y por qué los escritores no deberían formar parte de la cultura de masas? Librería +Bernat. Tras los honores de Montse Serrano y la introducción de Emili Rosales, Sergio Vila-Sanjuán presenta Otra Cataluña.
Dos editoriales reivindican a Stephen King publicando en catalán sendas obras del novelista del terror
Seis siglos de cultura catalana en castellano (Destino). Lo hace acompañado de Eduardo Mendoza, que sale en la primera página con Jordi Pujol, lo que –asegura– no ha influido en su opinión a la hora de considerar que este libro es interesante, divertido y nada dogmático. Mendoza recuerda que las regiones monolingües en Europa son una excepción, “y pensar que un país está por un idioma, y que un idioma define a un país, es una fantasía decimonónica”. Cuenta que, como los artistas, los escritores iban de un sitio a otro. Y cambiaban de lengua para vender su obra, dependiendo de quién hacía el encargo.
Vila-Sanjuán habla del olvidado cortesano enamoradizo Franscisco de Moner. También de Juan Boscán, sin quien hoy no conoceríamos
a Garcilaso de la Vega. Dice que Antonio de Lofraso –uno de los pocos que salva el Quijote–, era el Sandoval del siglo XVI; contaba quiénes eran las cincuenta mujeres más guapas de Barcelona y cuáles los hombres más influyentes. Los de la pre-Renaixença nos suenan por las calles del Eixample, como Aribau y Balmes. El local se queda pequeño. Están Luis Miguel Palomares, Glo- ria Gutiérrez, Miquel Molina, Joan-Pere Viladecans, Fèlix Riera, Arturo San Agustín, Toni Iturbe, Paula Massot, Joaquim Palau, Enric Cucurella, Tomàs Alcoverro, Elena Ramírez, Anna Soldevila, Laura Ferrero, Jorge de Cominges, y la familia del autor: Mey Zamora, Sofía, Leticia y Nico, Morrosko Vila-San-Juan.
Enrique de Villena, descendiente de los Condes de Barcelona, intervino en los Jocs Florals y luego se pasó al castellano. Practicaba la nigromancia y le pidió a su ayudante que, cuando muriera, troceara su cuerpo, lo conservara ocho meses, e hiciera un conjuro para que resucitara. Pero por lo visto se le cayó el bote y no pudo reconstruirlo. Eso, en términos futbolísticos, quizás sería citytis.