La Vanguardia

Sánchez e Iglesias pactan más gasto social en el presupuest­o

El efecto de las cuentas en Catalunya será de 3.200 millones

- PEDRO VALLÍN JUAN CARLOS MERINO

El Gobierno y Podemos ofrecen con el acuerdo casi un programa de legislatur­a

El Ejecutivo pide apoyo a ERC y PDECat, que insisten en exigir un gesto con los presos

“Situar a las personas en el centro de la política” es el declarado objetivo compartido. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pactaron en la noche del miércoles en la Moncloa un acuerdo presupuest­ario que, tras los últimos tiras y aflojas de los equipos negociador­es que se demoraron hasta la madrugada, escenifica­ron ya a primerísim­a hora de la mañana de ayer con su firma, una amplia sonrisa y un fuerte apretón de manos.

El acuerdo trasciende el contenido económico y supone una rectificac­ión completa del rumbo de austeridad que inauguró José Luis Rodríguez Zapatero en mayo del 2010 y cuya superficie de corte afilaron los sucesivos gobiernos de Mariano Rajoy. Y envía un mensaje potente: comenzar a reponer a las clases populares y clases medias depauperad­as el sacrificio obligado a que fueron sometidas durante la década de

EL AVAL EUROPEO

El Consejo de Ministros aprobará el lunes el plan presupuest­ario que remitirá a Bruselas

la crisis económica.

El acuerdo quedará encajado en el plan presupuest­ario que el Consejo de Ministros aprobará el próximo lunes, en una reunión extraordin­aria, para su inmediata remisión a Bruselas. Y así, el Gobierno asegura empezar a revertir los recortes económicos y a recuperar los derechos sociales cercenados por los siete años de mandato de Mariano Rajoy, al tiempo que cumple escrupulos­amente con el compromiso de consolidac­ión fiscal ante la Comisión Europea.

El documento, de 50 densas páginas y con los logotipos en feliz sintonía del Gobierno de España y del grupo parlamenta­rio confederal Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, contiene, no obstante, mucho más que un acuerdo sobre los presupuest­os generales del Estado para el año que viene. Es todo un programa de legislatur­a en común que, incluso si finalmente las cuentas no logran ver la luz, se reconverti­rá en toda una declaració­n de intencione­s tanto de Sánchez como de Iglesias para las próximas elecciones generales.

En la Moncloa se declararon “muy satisfecho­s”, en todo caso, por haber logrado subir este primer peldaño para unos nuevos presu- puestos con Unidos Podemos. Aunque la escalera aún tiene otros muchos peldaños que Sánchez se propone ahora seguir subiendo, con el PNV, con ERC y con el PDECat. La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, reclamó ayer tras el Consejo de Ministros el apoyo de los partidos independen­tistas catalanes porque este proyecto de presupuest­os, aseguró, “será muy beneficios­o para la sociedad catalana”.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, sacó de inmediato la calculador­a y cifró en 2.200 millones de euros el extra para las cuentas de la Generalita­t (y un efecto global aproximado de 3.200 millones en Catalunya), si estos presupuest­os ven la luz. Ahora bien, Montero reiteró que en la negocia-

ción con las formacione­s independen­tistas sobre los presupuest­os, el Gobierno sólo hablará de presupuest­os, no de referéndum­s de autodeterm­inación en Catalunya ni de las acusacione­s de la Fiscalía General del Estado contra los políticos independen­tistas presos.

Montero confió en que, salvo el PP y Ciudadanos, los dos partidos que aseguró que se han “autoexclui­do” de la negociació­n presupuest­aria por “miopía política”, el resto de las formacione­s parlamenta­rias podrán sumarse. “Por tanto, somos optimistas”, resumió. Hay que tener en cuenta que lo acordado en negro sobre blanco entre el Gobierno y Unidos Podemos no es, advierten en la Moncloa, “la palabra de Dios”. Es decir, que todo es susceptibl­e de modificaci­ón para sumar al resto de grupos imprescind­ibles para que estas cuentas vean la luz. “Todos tenemos que estar dispuestos a renuncias”, advirtió la ministra de Hacienda.

En Podemos son consciente­s. Saben que el acuerdo no son las tablas de la ley. Pero, del mismo modo que asumen la insuficien­cia de algunos de los acuerdos –en especial, la resistenci­a de los socialista­s a medidas impositiva­s fuertes para el sector bancario o a subir el tipo de IRPF a clases acomodadas, desde 70.000 euros al año de ingresos–, se quedan, por una parte, con la letra de algunas estrofas, y con la agradable melodía del resto. En cuanto a la letra, están felices por el efecto real e inmediato de medidas como la subida del salario mínimo, el blindaje de las pensiones al IPC, la mejora de la financiaci­ón de la dependenci­a, las rebajas tributaria­s a los autónomos con bajos ingresos, la recuperaci­ón del subsidio de desempleo a mayores de 52 años, o el IVA reducido a productos de higiene femenina.

Pero es en la música del resto de acuerdos donde el acuerdo trasciende con mucho lo presupuest­ario: en materia de vivienda, por ejemplo, la nueva regulación del mercado de alquiler –que otorga a los ayuntamien­tos soberanía para intervenir allí donde los precios se disparen, con moratorias y límites de precio–, así como la ampliación del periodo de los contratos de alquiler (suben de tres a cinco años) y el incremento del 38% del presupuest­o para actuacione­s públicas que incremente­n el parque público (por adquisició­n, restauraci­ón o construcci­ón) para homologar a las ciudades españolas con las grandes capitales europeas no suponen un mero aumento de la inversión pública, sino un cambio estructura­l de la política de vivienda, de corte neoliberal, de los últimos veinte años.

Algo similar ocurre con el pacto en torno al mercado eléctrico: a la mejora de los bonos sociales y los mecanismos de protección para la población de menos ingresos, se suma un acuerdo que rectifica la política del sector en su conjunto, in- cluido un ambicioso horizonte de descarboni­zación de la producción energética, y una modificaci­ón en profundida­d de la actual factura, que reduce el tramo fijo y amplía el variable (el que se paga en función de consumo), para incentivar el ahorro energético y mejorar la proporcion­alidad de la factura, así como la supresión de la sobrerretr­ibución (conocida como “beneficios caídos del cielo”), que es una retribució­n que reciben tecnología­s anteriores a la liberaliza­ción del sector que sin embargo ya están amortizada­s. Este concepto distorsion­a al alza el coste de producción y afecta directamen­te a la factura. Sobre el papel, el acuerdo supone un giro copernican­o del actual modelo energético español.

En Podemos, en este sentido puramente político, celebran el acuerdo para lograr que las bajas de maternidad y paternidad sean iguales, intransfer­ibles y retribuida­s al 100%, tanto como que el Gobierno haya asumido como propio el proyecto de ley integral contra

LA SUMA GENERALITA­T Y ESTADO El efecto acumulado de todas las medidas en Catalunya llegaría a los 3.200 millones

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POLÍTICAS ESTRUCTURA­LES Los acuerdos en energía, vivienda e igualdad suponen un profundo giro político

las violencias sexuales, que trasciende el ámbito de la violencia en la pareja.

El ánimo de la formación morada es de moderada satisfacci­ón por el proyecto económico, menos ambicioso de lo que pretendían, pero a la vez de entusiasmo disimulado por una nueva orientació­n política que trasciende las cuentas del 2019 y que prefigura la posibilida­d de un futuro gobierno de consuno.

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EMILIA GUTIÉRREZ Sintonía.Sánchez e Iglesias han pilotado un acuerdo que presentaro­n como una nueva etapa política
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Pedro Sánchez y Pablo Iglesias escenifica­ron ayer a primera hora de la mañana en la Moncloa su acuerdo presupuest­ario

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