El bucle desesperante
DUDO que Jéssica Albiach, la presidenta del grupo parlamentario Catalunya en Comú-Podem, haya leído el cuento corto El rayo que cayó dos veces en el mismo sitio, de Augusto Monterroso. La narración dice así: “Hubo un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio, pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho”. Los comunes votaron en contra de reprobar al Rey por el discurso del 3-O y de abolir la monarquía, que había instado sin éxito JxCat en la sesión del martes, pero paradójicamente ellos presentaron ayer otra resolución casi calcada, que fue aprobada. Realmente, la primera ya hizo suficiente daño, como el rayo de Monterroso, pues decayó por un empate que se repitió tres veces, pero la segunda salió adelante cuando no parecía necesario insistir en ello. Y, al menos los ciudadanos partidarios de desinflamar la situación, nos deprimimos mucho, también como en el cuento.
La gesticulación de los políticos catalanes resulta agotadora, porque es constante y, sobre todo, no conduce a ninguna parte. O, como mínimo, a ninguna que no lleve al desastre. Vivimos en un bucle desesperante, que amenaza con colapsarnos. La resolución contra la Corona es virtual, no tiene ninguna validez, pero sobre todo no contribuye en nada a la mejora del clima político, ni a la búsqueda de aliados en el contencioso catalán. El Gobierno de Pedro Sánchez está haciendo un esfuerzo para encontrar salidas realistas, aun sabiendo que ello tiene costes en el resto de España. Con los presupuestos apalabrados entre el PSOE y Podemos, Catalunya podría disponer de tres mil doscientos millones más, pero la respuesta de los partidos independentistas es que sólo les darán su apoyo si los socialistas se mueven con la autodeterminación y los presos.
A eso le llaman los regatistas querer avanzar sin viento.