Un juez cuestionado
Las denuncias se refieren a la posible falta de ética demostrada ante el Senado
El enérgico y político discurso con el que Brett Kavanaugh se defendió ante el Senado de las acusaciones de agresión sexual salvó su nombramiento para el Tribunal Supremo, pero será una mancha difícil de borrar de su currículum.
El enérgico y político discurso con el que Brett Kavanaugh se defendió ante el Senado de las acusaciones de agresión sexual –con menciones incluso a una “conspiración” de Bill y Hillary Clinton contra él– salvó su nombramiento para el Tribunal Supremo pero será una mancha difícil de borrar de su currículum.
Más allá de que demócratas y republicanos vayan a seguir agitando la designación, las quejas respecto a su conducta ética como candidato van a ser examinadas por el Tribunal de Apelaciones del décimo distrito, con sede en Denver (Colorado). Así lo ordenó el miércoles el presidente del Tribunal Supremo, John Roberts, apenas un día después de que Kavanaugh se incorporara a sus nuevas tareas.
Las quejas, quince en total, fueron remitidas inicialmente al Circuito de Apelaciones del Distrito de Columbia, donde trabajó durante 12 años, y se refieren a declaraciones realizadas por el juez durante sus audiencias ante el Senado, no a las decisiones que tomó en su anterior cargo. La existencia de las denuncias se había mantenido en secreto hasta esta semana, cuando Roberts accedió en una carta pública a la petición de un magistrado de ese tribunal de Washington de enviar el caso a otra instancia judicial, para evitar así que Kavanaugh sea examinado por sus excolegas.
La situación, de nuevo, no tiene precedentes. Los efectos judiciales del expediente no están claros pero mantendrán a Kavanaugh en el foco durante más tiempo del que habría querido el nuevo justice, el título honorífico que se da a los miembros del más alto poder judicial del país. “Nunca antes un nominado al Tribunal Supremo se ha visto abocado a integrarse en él mientras un compañero juez recomienda que algunas quejas por conducta inadecuada sean examinadas”, destacó ayer el diario The Washington Post.
Varias de las quejas se recibieron antes de que Kavanaugh respondiera en tono colérico y emotivo a las acusaciones de agresión sexual expresadas por la doctora Christine Blasey Ford. Existe la posibilidad, no obstante, de que el tribunal de apelaciones de Colorado decida desestimar las quejas por no estar ya bajo su jurisdicción, afirman varios especialistas en Derecho. Kanal vanaugh ya forma parte de la más alta instancia judicial del país y ha dejado de estar sujeto por tanto a las normas habituales que regulan la conducta de los jueces. Otros expertos, en cambio, sostienen que la posible violación del código de conducta por parte de un juez no puede dejar de investigarse tan fácilmente. El receptor de la carta de Roberts en calidad de presidente del Tribu- de Apelaciones que tomará la decisión sobre las quejas es Timothy Tymkovich, un nombre que también estaba en la lista de Donald Trump de posibles candidatos al Supremo.
Aunque en algún momento Trump dejó abierta la puerta a sustituir a Kavanaugh, su equipo se movilizó a fondo para salvar el nombramiento. Fue Don McGahn, jefe del servicio jurídico de la Casa Blanca, quien instruyó al juez para no contenerse y mostrar claramente a los senadores cómo se sentía al verse sometido a acusaciones que él considera falsas e injustas. Su tono combativo, el énfasis en la presunción de inocencia y las lagunas en el testimonio de Ford dieron elementos a los republicanos para seguir defendiendo al juez.
La estrategia política funcionó. Fue el último servicio de McGahn al presidente, pues en breve tiene previsto
“¡Enciérrala!”, gritan los seguidores de Trump sobre la senadora demócrata Diane Feinstein
abandonar la Casa Blanca. A sus colegas abogados y jueces, en cambio, la inusual intervención de Kavanaugh les gustó menos. La Asociación de Abogados de EE.UU. ha reabierto su investigación sobre el juez alegando una posible falta de talante judicial que ya observaron, dicen, en el pasado.
Reforzado por su victoria, Trump sigue agitando el asunto en sus mítines. Su afirmación de que la senadora demócrata Dianne Feinstein filtró a última hora la denuncia a Ford (ella fue la receptora de su carta original) para boicotear el nombramiento de Kavanaugh fue respondida anteanoche en Iowa por sus seguidores al grito de “¡enciérrala!”, una frase reservada hasta ahora para Hillary Clinton.