Un ‘showman’ en la Casa Blanca
El rapero Kanye West protagoniza un insólito monólogo frente a Trump en el despacho oval
El rapero Kanye West protagoniza un insólito monólogo frente al presidente Trump en el mismísimo despacho oval.
La atracción de Donald Trump por las celebridades del mundo de la televisión propició ayer un nuevo momento surrealista en el despacho oval con la visita del rapero Kanye West para hablar (teóricamente) de los problemas de los negros y la justicia en Estados Unidos.
El músico y diseñador de moda apareció en la Casa Blanca cubierto con una gorra roja con el eslogan ‘Make America Great Again’ y protagonizó un insólito monólogo de diez minutos rodeado de cámaras y flashes frente a un presidente pasmado. West habló de política, de su millonario contrato con Adidas, de Corea del Norte, de las prisiones estadounidenses, de su salud mental, del racismo y una larga retahíla incoherente de otros temas.
“Trump ahora mismo está teniendo
“Me siento Superman cuando me pongo esta gorra” con el eslogan ‘Make America Great Again’, afirma el músico
su viaje de héroe... Quizás no pensara que tendría aquí a un hijo de puta loco como yo” pero “cuando me pongo esta gorra me siento Superman”, aseguró Kanye West, que en varias ocasiones aporreó el vacío escritorio del presidente para reforzar sus afirmaciones sobre el porqué le apoya.
Contó que es superdotado pero que le diagnosticaron por error un trastorno bipolar. Mostró su móvil a Trump para que viera un avión que funciona a base de hidrógeno y que le recomendó usar en lugar del Air Force One. Pidió al presidente que abra fábricas y ponga fin a las detenciones arbitrarias de negros, una práctica que Trump quiere oficializar para responder a los problemas de seguridad en Chicago aunque ayer dijo que podría reconsiderar tras su charla con el músico.
El presidente sonreía. Asentía. Intentó meter baza con más o menos suerte. En varios momentos se le vio claramente incómodo con la escena. Por un día, Kanye West –y no él– fue el protagonista absoluto del show en el despacho oval. “¡Déjame decirte, esto ha sido muy impresionante!”, zanjó Trump después del largo soliloquio del rapero, al que calificó de “tío muy listo”. “Me ha salido del alma”, se felicitó antes de retomar la palabra. “¡Amo a este tío, dejadme darle un abrazo!”, insistió el músico antes de irse a comer con el presidente y el exfutbolista Jim Brown, además de Jared Kushner, asesor especial del presidente.
Trump no es el primer presidente que recibe a estrellas de la televisión o el cine en la Casa Blanca. Lo extraño en este caso es el improbable romance de un presidente conocido por sus tics racistas y un excén-
trico músico negro idolatrado por la comunidad afroamericana que acaricia presentarse a las elecciones pero en el 2024, para no competir con su adorado Trump. El encuentro en la Casa Blanca sirvió, acaso, para arrojar un poco de luz en las razones detrás del flechazo de West con Trump: le ha compensado la falta de “energía masculina” que tuvo en su infancia por la separación de sus padres y en su vida actual, por la abrumadora presencia de mujeres en la familia Kardashian, reveló.
Su idolatría por el presidente le ha valido no pocas críticas pero no se va a dejar intimidar, aseguró. Trump, por su parte, dijo que “se ve” haciendo campaña con él.
La fascinación de Trump por la fama abrió las puertas de la Casa Blanca este invierno a la mujer del músico, Kim Kardashian, que acudió al despacho oval para defender el indulto de una mujer de 63 años de Tennessee sin antecedentes penales que había pasado ya 20 años en prisión por un delito de drogas. En junio, el presidente le concedió el indulto. No está claro qué obtuvo West en su reunión de ayer más allá de un show inimaginable.