La Vanguardia

Peter Weir

El cineasta australian­o Peter Weir, Gran Premio Honorífico del Festival, repasa las claves de una trayectori­a de 44 años

- S. SANS

CINEASTA

El cineasta australian­o Peter Weir ha sido agasajado en el festival de Sitges con el gran premio honorífico, por su trayectori­a cinematogr­áfica y, especialme­nte, por sus primeras películas, marcadas por el género fantástico.

Una generación descubrió el carpe diem gracias a este director. Pero mucho antes de El club de los poetas muertos (1989), Peter Weir ya había dejado su huella con filmes como Picnic en Hanging Rock (1975), La última ola (1977), El año en que vivimos peligrosam­ente (1982) o La costa de los Mosquitos (1986). Y nueve años después de los poetas llegó El show de Truman, la película con la que el Festival de Sitges homenajeó ayer a este grande del cine.

“Me sorprende ver lo actual que sigue siendo esta película, la planteamos como una fantasía especulati­va sin pensar que podía llegar a ser una historia tan real”, mantiene aunque atribuye el mérito al guionista Andrew Niccol. “¿A quién le iba a interesar seguir por televisión la vida de alguien las 24 horas del día?”, se preguntaba entonces.

Weir (Sydney, 1944) recuerda el impacto que supuso la llegada de la televisión en su casa, “mirábamos muchos westerns porque a mi padre le encantaban...”. Pero aquello terminó. “Ahora la televisión es frustrante y es una pena, a no ser que tengas alguna plataforma como Netflix y entonces te gastas el tiempo escogiendo qué quieres ver”, dice. Él prefiere los DVD, “me gusta escogerlos, comprarlos y organizarm­e mi propia maratón de películas, diez horas de cine...”.

Alejado voluntaria­mente de Hollywood –le escandaliz­a lo excesivame­nte caro que resulta rodar una película ahora– y alejado voluntaria­mente de las redes sociales, Weir se confiesa un amante del cine clásico. Bebió de Chaplin, de Hitchcock y de Kubrick y lamenta que los jóvenes hayan perdido interés por el cine de aventuras.

Ayer, el cineasta australian­o recibió el gran premio honorífico del festival –con ovación incluida– y se reencontró con el actor Ed Harris, el creador, productor y realizador del Truman show. “Es un placer trabajar con actores como él, que tienen talento y sienten profundame­nte la interpreta­ción”, confesó Weir, cuya relación con los actores es una de las claves de sus películas: “El casting es lo

más difícil y no se trata de detectar sólo a un buen intérprete, sino debe crearse una atmósfera, no es tan importante lo que se dice como lo que se siente”, dice.

Y así pudo hacer sentir al niño de Único testigo, que estaba viendo un asesinato, cuando en realidad no veía nada, y consiguió escenas memorables con actores tan dispares como Robin Williams, Jim Carrey, Harrison Ford, Sigourney Weaver o Russell Crowe, a quien dirigió en el 2003 en Master and commander, uno de los filmes de aventuras más aplaudidos de los últimos tiempos pero del que Weir asegura que no habrá secuela. Tampoco hay proyecto en marcha. El último fue Camino a la libertad (2011). La película número 13 en 44 años.

¿Qué consejo le daría a un joven director? “Lo mejor que le podría pasar es no tener éxito tras la primera película, porque el éxito es peligroso... pero en realidad lo que le diría es que escriba; escribir es una parte esencial del director; que escriba una historia cada semana, aunque sean 50 palabras. Que cuente historias, que coja un lápiz y haga este ejercicio, escribir es gimnasia para la imaginació­n, para la creación; que imagine personas y situacione­s”, dice este director que asegura que “para crear hay que aburrirse” y por eso se aleja delas redes sociales, “porque son peligrosas para la imaginació­n”.

 ??  ??
 ?? SUSANNA SÁEZ / EFE ?? Peter Weir ayer en Sitges
SUSANNA SÁEZ / EFE Peter Weir ayer en Sitges

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain