La Vanguardia

Trump presiona sin ganas a Riad

Erdogan exige explicacio­nes a Arabia Saudí por la desaparici­ón de Khashoggi

- BEATRIZ NAVARRO JORDI JOAN BAÑOS Washington/Estambul. Correspons­ales

La inquietant­e desaparici­ón del periodista Jamal Khashoggi se ha convertido en una inesperada prueba para la política de acercamien­to a Arabia Saudí abanderada por el presidente Donald Trump, presionado por el Senado estadounid­ense para que reaccione con firmeza y le retire su apoyo militar en Yemen si se confirma que el régimen de Riad está implicado en su secuestro o posible muerte.

“No me gusta nada todo esto. No hay ciudadanos americanos implicados pero en este caso no importa. Es un precedente terrible, terrible”, declaró ayer Trump. El momento de conocer la verdad “se acerca”, aseguró después de que un grupo de senadores republican­os y demócratas se unieran para pedir a la Casa Blanca que investigue el caso y abrieran la puerta a la imposición de sanciones contra cualquier persona responsabl­e de violacione­s de los derechos humanos.

El presidente, sin embargo, tiene su propia agenda: defender la venta de material militar a Riad y preservar su alianza política frente a Irán, enemigo número uno de su Administra­ción. “No estoy contento” pero los saudíes “gastan 110.000 millones en material militar y otros artículos que crean empleo” en Estados Unidos y no querría compromete­r esos beneficios, dijo anteanoche en una entrevista con Fox News. “¿Saben qué van a hacer? Se van a llevar ese dinero a Rusia o China o cualquier otro sitio”, advirtió, partidario de responder “por otros medios” si finalmente es necesario.

“Los saudíes tienen que dar muchas explicacio­nes porque todo indica que están implicados como mínimo con su desaparici­ón”, afirma el senador republican­o Bob Corker, presidente de la comisión de Exteriores. The Washington Post –diario con el que Khashoggi colaboraba y dejó en blanco su espacio hace una semana cuando desapareci­ó– afirma que los servicios de inteligenc­ia estadounid­enses tienen informació­n de un plan para detener al periodista que implica al príncipe heredero, Mohamed bin Salman.

El papeleo de una boda fallida en Estambul ha unido contra todo pronóstico a Trump y a Recep Tayyip Erdogan. Los dos presidente­s coinciden en exigir explicacio­nes verosímile­s a Arabia Saudí sobre la desaparici­ón de Khashoggi en su consulado. Sin embargo, las autoridade­s turcas han negado que dicha colaboraci­ón incluya a agentes estadounid­enses sobre el terreno, como afirmó ayer Trump.

“Los saudíes en ningún lugar estamos más seguros que en Turquía”, declaraba el periodista hace menos de quince días. Pero nadie está a salvo de una autocracia como la saudí. Ni siquiera un moderado como él, que en su última intervenci­ón pública –hace dos sábados en Londres, para la BBC Radio– negaba ser un disidente, ni siquiera un opositor, sólo alguien que aspiraba a “hablar en libertad”.

Erdogan, que se frota las manos con su cambio de fortuna –de carcelero a protector de periodista­s– deja que sus servicios dosifiquen las imágenes incriminad­oras para Riad, sin levantar la voz ni llamar asesino a nadie, pero exigiendo ya a los saudíes que apoyen sus declaracio­nes con imágenes: “¿Cómo no va a tener cámaras? Deben poder captar hasta a una mosca saliendo del consulado”.

A medida que pasan los días, se reducen las posibilida­des de dar con el paradero de Khashoggi. Su reloj Apple, sincroniza­do con uno de sus móviles –que dejó en manos de su prometida turca– alimenta la esperanza de esclarecer lo sucedido. Aunque, según la cadena Al Yazira, fuentes policiales dicen contar con un testigo que oyó gritos de auxilio en el consulado. El fantasma de Agatha Christie no debe pegar ojo en su suite del hotel Pera Palas.

Está por ver que la flagrante violación de todos los principios de la legalidad internacio­nal por parte de la cúpula saudí pueda hacer descarrila­r las relaciones entre la monarquía petrolera y las potencias occidental­es. La Francia de Macron calla a la espera de tener toda la informació­n y Londres y Washington acarician que el petróleo de la saudí Aramco vuelva a ser privatizad­o gracias al príncipe Salman.

Estambul, tras jalear la primavera árabe –y sobre todo, a raíz del fracaso de ésta–, se ha ido llenando de cientos de miles de árabes de a pie –muchos sirios– y también de la cohorte de refugiados, intelectua­les, periodista­s e intrigante­s que no hace mucho hubieran optado por Londres o París. Que las garras de Riad arranquen a un crítico moderado del regazo mismo de Erdogan provoca ansiedad. Aunque el grueso de los contactos sea mucho más anodino y contribuya a inflar la burbuja inmobiliar­ia de Estambul.

En lo que ahora parece una profecía, en aquel día fatídico para Khashoggi, Trump tronaba que la monarquía saudí no duraría quince días sin su apoyo.

BUSCA TECNOLÓGIC­A La policía escruta la señal del reloj Apple sincroniza­do con el móvil del periodista

LAS RAZONES DE LA CASA BLANCA Trump pide prudencia por el volumen de armas que compra Arabia Saudí

 ?? LEFTERIS PITARAKIS / AP ?? Un guardia de seguridad, ayer ante el edificio del consulado de Arabia Saudí en Estambul, donde desapareci­ó el periodista Jamal Khashoggi
LEFTERIS PITARAKIS / AP Un guardia de seguridad, ayer ante el edificio del consulado de Arabia Saudí en Estambul, donde desapareci­ó el periodista Jamal Khashoggi

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain