Una Barcelona infestada
‘El año de la plaga’ adapta la novela de Marc Pastor en la que los ultracuerpos invaden apocalípticamente la ciudad
Dicen que hay novelistas muy duros a la hora de permitir que sus novelas se adapten al cine. Carlos Ruiz Zafón siempre se ha negado a que La sombra del viento sea una película. Juan Marsé acepta pero luego suele poner de vuelta y media al director. Incluso sucede en el mundo del cómic, pues a Alan Moore le desagradan las versiones fílmicas de sus guiones. ¿Qué tipo de reacción tuvo el también mosso –en la brigada científica– Marc Pastor (Barcelona, 1977) cuando el director Carlos Martín Ferrera le pidió permiso para pasar L’any de la plaga (2010) a la gran pantalla?
-Le dije que quería hacer un cameo.
¿Un cameo? ¿Eso es lo que le pidió? “Sí, y a ser posible de taxista, porque eso era ya un metacameo”. ¿Un metacameo? “Sí, porque en la película La invasión de los ultracuerpos (1978) de Philip Kaufman, basada en la novela de Jack Finney Los ladrones de cuerpos de 1955, Don Siegel, el director de la primera versión fílmica (1956) hacía de taxista, así que el aparecer yo conduciendo un taxi era rizar el rizo friki”, comenta con orgullo.
Se cuentan con los dedos de una mano –tal vez de dos– los autores en catalán vivos que ven sus obras adaptadas al cine. La excelente novela de Pastor lo merece. En ella, Víctor Negro, un trabajador social aficionado a la cultura popular –sería el espectador perfecto de Sitges– intenta reponerse de una ruptura sentimental mientras una extraña epidemia sacude Barcelona, haciendo que se muera la gente y provocando comportamientos extraños. ¿Tendrán algo que ver los misteriosos eucaliptos que se han puesto de moda y todo el mundo tiene en su casa?
“Cuando salió la novela –cuenta Martín Farrera– pensé: ‘Esto es muy cinematográfico’. Con los años, he podido culminar el sueño de realizarla, yo la veo como un apocalipsis silencioso, en el fondo una historia de zombis”. Pastor se ha implicado en el guión, “básicamente para los diálogos frikis”, explica, y por supuesto ha asistido entusiasmado al rodaje, haciendo fotos y vídeos con su teléfono.
¿Cómo han trabajado director y autor? “Básicamente lo que hemos hecho ha sido cortar”, afirman casi al unísono, en un diálogo realizado a instancias de este diario. “Argumentalmente y a nivel de estructura la peli sigue el libro. Este tiene comedia, thriller, terror... y en la pantalla la cosa se decanta más hacia lo intimista, al triángulo amoroso de los protagonistas”, opina Pastor. “Creo que somos fieles al libro. Por ejemplo, la ciudad es claramente protagonista”, destaca Martín. “Yo quise mostrar –replica el autor– una ciudad poco conocida por los turistas o por los propios barceloneses, como es el Carmel o Nou Barris, quise reflejar la invisibilidad de algunos barrios, como esos, y a la vez la de algunas gentes, como los ancianos, que por eso pueden sufrir esas mutaciones sin que nadie se dé cuenta”. “Esa Barcelona tiene un punto de exotismo interesante”, sonríe el cineasta. “¡Es que no podía salir la Sagrada Familia!”, apostilla Pastor.
Para escribir la novela, los referentes de Pastor fueron “el original de Finney y las películas de Siegel y Kaufman”. En el filme, revela Martín, “estudié las películas de ciencia-ficción del festival de Sundance, muy buenas y que se hacen sin grandes efectos especiales”, como Seguridad no garantizada (2012), Buscando un amigo para el fin del mundo (2012) “o también El incidente (2008) de M. Night Shyamalan –otro de los invitados este año en Sitges– y, para crear el personaje protagonista, Victor Negro, Alta fidelidad de Stephen Frears, basada en la novela homónima de Nick Hornby” aunque, confiesa, “nosotros, por cuestiones de presupuesto, no hemos podido incluir determinadas canciones y películas o carteles cuyos derechos son muy caros”. “No hay problema, porque todo eso ya aparece en los diálogos”, le tranquiliza Pastor.
Al escritor le hace gracia lo de Nick Hornby porque “en realidad ese personaje inmaduro, Víctor Negro, es una proyección mía, un poco más paranoico, pero refleja a esos treintañeros con un punto friki, muy leídos, que siguen viviendo como si tuvieran dieciséis años, como si los personajes de Stranger things hubieran crecido”. El actor barcelonés Ivan Massagué encarna a Negro, en un reparto donde destacan también Ana Serradilla y Miriam Giovanelli, presente ayer en Sitges, que quería “hacer algo muy diferente a la serie Velvet”.
Los pocos efectos especiales son sencillos pero efectivos porque “no se trataba de mostrar muertos vivientes devorando a la gente sino a personas de un entorno próximo que se comportan de otro modo, sin emociones, como robots. No hay nada más monstruoso que tu pareja haya pasado a ser otra persona”, dice el director, para quien “el tema de los ladrones de cuerpos es, en el fondo, el de la pérdida de la identidad”, y ve el Alzheimer como “metáfora de esa metamorfosis, las mentes que desaparecen”.
Producida por David Matamoros, El año de la plaga se estrenará a principios del 2019. Tras verla, cualquier otro problema de Barcelona –de los narcopisos a los manteros– parece una bendición absoluta.
Entre la comedia y el thriller, el filme retrata “una ciudad exótica, la del Carmel y Nou Barris”