Callar o pasar a la acción
Carla Rovira estrena en Temporada Alta y en función única ‘Calla, Hamlet, calla’ sobre los límites de la libertad de expresión
La libertad de expresión es el eje argumental de Calla, Hamlet, calla, obra firmada por Carla Rovira junto a los jóvenes creadores Laura Blanch y Ramon Bonvehí y que esta tarde (20.30 h) se estrena en El Canal de Salt, dentro de Temporada Alta. La elección de ese tema es plenamente coherente con uno de los hilos argumentales de la actual edición, que no es otro que el de promover una reflexión y defensa de la libertad de expresión y ser una puerta abierta para esas voces discordantes que ahora vuelven a ser perseguidas , tal como recuerda Salvador Sunyer, director del festival.
La obra, creada por encargo de Temporada Alta, se sostiene sobre fragmentos seleccionados del clásico shakespeariano a partir de los cuales reflexiona en torno a las coacciones que sufre la libertad de expresión, la conveniencia o no de establecer límites y –“partiendo del monologo más conocido del teatro universal”, según Rovira– de pasar o no pasar a la acción. Un montaje de confeso tinte político que se podrá ver solo hoy en su estreno en Salt, y que lo hará en un formato que Rovira define de gala-espectáculo.
La obra, que en un primer momento tenía que haber sido la que tenía que inaugurar el festival pero que se descartó por problemas de calendario de Rovira, se la encargó a ésta sin más indicaciones de que procurase evitar “los manifiestos” y de que tratase el tema desde diversas perspectivas. Rovira –“soy una mujer de izquierdas y feminista”–, ha realizado un planteamiento “que no tiene nada de neutral y si lo hiciese, le estaría haciendo el juego al poder”. Además, junto a esos extractos hamletianos, la obra se completa con una serie de colaboraciones externas , algunas de ellas presenciales (Bel Olid, Adama Boiro o Marc Naya Díaz) y otras, como la del rapero Valtònyc, en un formato por desvelar. Lo que ha acabado haciendo la sanguínea Rovira, en sus propias palabras, “fue plantearme la pregunta de ¿qué pasa si cogemos la obra más sobada del teatro occidental y la reventamos?”. Y comprobó que el planteamiento le servía, es decir, la famosa pregunta aplicada a la acción o a la inacción ante un intento de censura “o de autocensura”.
Durante el desarrollo de la obra, los tres intérpretes (la propia Rovira, Blanch y Bonvehí) cohabitan con los mencionados colaboradores externos que “generan contenido” y hacen avanzar el montaje . “Nos interesaba que hubiese gente presente y que nos aportasen su contenido”, explica Rovira, que su postura personal sobre la temática es que “yo digo sí a la libertad de expresión si después me mojo para combatir todo aquello que no me gusta”.