La Vanguardia

Las mujeres rompen barreras

- Juan Bautista Martínez

Un día se aplaude que el deporte femenino en España se cuelgue más medallas que el masculino, hito que se ha producido en los dos últimos Juegos Olímpicos, en Londres y en Río. Otro se destaca que la selección de baloncesto liderada por Laia Palau se convierta en un equipo instalado en el podio competició­n sí, competició­n también. O que Ana Carrasco se erija en la primera mujer que vence a los hombres en un mundial de motociclis­mo. Ayer, en estas páginas, Carles Ruipérez informaba de que la única sección rentable del Barça era la del fútbol femenino. Circunstan­cia que tener en cuenta, como el hecho de que el club haya decidido que su equipo de niñas alevín-benjamín compita con niños. En el primer partido se impusieron por goleada, por cierto. En esta línea cabe recordar que el AEM Lleida, un conjunto infantil de chicas, ganó el título en 2017 en una liga masculina.

Son sólo algunos ejemplos de que las mujeres están rompiendo barreras, acabando con los tópicos y superándos­e a sí mismas. Muchas veces sin tener el mismo apoyo ni la misma considerac­ión que los hombres. Es verdad que la mayoría de sus victorias no genera un impacto comparable pero poco a poco van entrando también en la psique del aficionado. Lo hacen por tierra, mar y aire. En pruebas de masas y en especialid­ades menos seguidas tradiciona­lmente (léase Carolina Marín y su hegemonía en bádminton). Lo hacen por televisión y de forma profesiona­l o en la intimidad de conseguir un reto por amor a su deporte. Cayó en mis manos hace algunas semanas un ejemplar del diario Europa Sur que publicaba una noticia con el siguiente titular:

A nivel económico hay un filón por explotar en el deporte femenino. Las empresas están tomando nota de unos éxitos cada vez mayores

“Cuatro catalanas vencen a las medusas en el Estrecho”. El texto explicaba que Núria Raja, Maria Rossell, Blanca Cartanyà y Mireia Sánchez habían conseguido cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar, como lograra hace unos meses Mari Paz Corominas, la primera finalista olímpica española. Un desafío que cada vez tiene más predicamen­to entre las nadadoras.

Esta catarata de triunfos repercute en la base. Sólo hay que darse una vuelta por un centro deportivo. Las niñas juegan a baloncesto, a fútbol, a hockey patines o practican judo, por citar sólo algunos deportes. Y cada fin de semana compiten, vaya que sí compiten. Se viven auténticas batallas deportivas en cada campo de fútbol o en cada pabellón, ya sea en el Barça, en el Espanyol o tantísimos otros clubs que trabajan con la cantera. Queda un largo trecho por recorrer en el terreno de la igualdad. Por supuesto también en el deporte. Pero cuando la práctica viene desde abajo se tiene ganado un mundo. Eso lo saben los inversores, que están uniendo el nombre de sus empresas a ligas femeninas, como las de fútbol, baloncesto o balonmano. Y es que desde el punto de vista económico es un filón que se puede explotar. Sin olvidar lo más importante, que ese dinero vaya a forjar a futuras campeonas. Para ellas, aunque casi siempre lo tengan más difícil, nada es imposible.

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