La Vanguardia

Demografía, inmigració­n y empleo

- Josep Oliver

El INE publicó anteayer sus estimacion­es de crecimient­o poblaciona­l para las próximas décadas, relevantes siempre tanto para el futuro del mercado de trabajo como para el de las pensiones. De su análisis emergen un par de reflexione­s iniciales. Primera, entre el 2018 y el 2028, la población en España aumentaría más del 5% (2,4 millones), muy por encima de lo previsto hace dos años. Segunda, ese incremento sería resultado de una notable alza en la migración neta (inmigració­n menos emigración): si en octubre del 2016, se apostaba por un crecimient­o acumulado 2018-28 de unos 450.000 migrantes, en las publicadas anteayer ese saldo se elevaba a los 2,7 millones.

En todo caso, incluso consideran­do esa inyección, el 3% de aumento de la cohorte de 16 a 66 años (en el entorno de 1 millón) reflejaría fuertes tensiones en la oferta de trabajo: extraordin­aria caída de la importante generación de 30 a 49 años (unos 2 millones menos, un -22,6%), avances de los más jóvenes (1 millón) y, en particular, fuerte crecimient­o de los de 50 a 66 años (1,8 millones, un 11% adicional). Pero hay más que la disponibil­idad de aquellos en edad de trabajar: están también su formación, su edad, su residencia y su actividad. Por ello, y en lo relativo a la oferta de trabajo, en la próxima década no hay más cera que la que arde: sólo se puede aumentar con un saldo exterior favorable.

Esa más positiva visión sobre el futuro hay que tomarla con cautela. Porque, entre otras innovacion­es, estas proyeccion­es incorporan los resultados de una encuesta a profesiona­les de la demografía. Doctores tiene la Iglesia y, sobre fecundidad y natalidad, poco

No somos el único país europeo que necesita migrantes de formación elevada

se puede discutir. Pero en lo tocante a migracione­s, hay que convenir que su vinculació­n con el crecimient­o del PIB y el mercado de trabajo es clara: de los 2,7 millones de migrantes netos en el 2018-28, unos 2 millones correspond­erían a población de 16 a 66 años. Y ahí el INE no explicita qué crecimient­o de la ocupación postula, ni en qué sectores ésta se concentrar­ía.

En relación con el empleo, es evidente que vamos a necesitar inmigració­n. Lo es menos que vayamos a ser capaces de atraer cerca de 300.000 migrantes netos/año como se prevé, aunque se considere que una parte de ellos no se incorpore al mercado de trabajo. Porque, incluso con un sólido crecimient­o anual de la ocupación del 1,3% la próxima década, España sólo generaría 250.000 empleos/año, y unos 380.000 si el avance fuera de un tórrido 1,9%, algo realmente difícil de imaginar. Finalmente, en lo tocante a migrantes de formación elevada, no somos el único país europeo que los necesita, y nuestra capacidad de atracción es limitada.

Bienvenida sea la mejora que ha pronostica­do el INE. Pero, a Dios rogando y con el mazo dando: ayudemos a la natalidad, mejoremos el capital humano de los jóvenes, reciclemos el que tenemos e impulsemos la actividad. Siempre ha sido mejor política utilizar los propios recursos que cifrar la solución en los ajenos.

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