¿Escudo o logo?
Según parece el día 20 de octubre la asamblea de compromisarios del FC Barcelona decidirá si aprueba el cambio de diseño del escudo que defiende la junta directiva. Me parece muy bien que, de vez en cuando, se sacudan los símbolos y les preguntemos, nos preguntemos, qué quieren decir, por qué son así y por qué no pueden ser de ninguna otra manera. Pero en los debates que se abren, en lugar de situarme a favor o en contra de los cambios, tiendo a fijarme en dos aspectos aparentemente colaterales. Por una parte, la tensión que siempre se establece entre el escudo y el logo, entre quien deja recaer el peso en la identidad y la tradición, y quien lo pone en el valor de intercambio. Creo que probablemente sea la misma que hay entre las catedrales y los mercados, las naciones y la globalización, los héroes y los tenderos, el hijo del dueño y la junta de accionistas, los sueños y el despertador... ¡En fin, entre seguir viendo la película y bajar la bolsa de basura a la calle!
Si os paráis a pensar en la revolución que ha vivido el etiquetado de vinos en los últimos años, en que hemos pasado de ver botellas que celebraban la tradición a ver que se recrean en la ligereza, veréis que el debate no es exclusivo del mundo del fútbol. Por otra parte, me sorprende y me fascina que se pase por alto y de manera sistemática esta absurda propensión que tenemos de dibujar caras. Vaya usted a saber por qué razón, cuando a un ser humano lo invitas a jugar con formas, siempre te acaba dibujando una cara. No hace falta que recordemos qué pasa si es macho, se encuentra sentado en una taza de váter y, por alguna razón inexplicable, tiene un lápiz en la mano.
El escudo del Barça es una cara, con mejilla grande y boca de piñón, un ojo
Me parece bien que de vez en cuando se sacudan los símbolos y preguntemos qué quieren decir y por qué son así
cruzado, el otro barrado, puntas en las patillas y en la pera del mentón. De hecho, la parte frontal de las camisetas también es una especie de cara. Creo que fue en el pujante calcio de los 80 cuando se consolidó esta disposición antropomórfica de los símbolos que todavía hoy perdura. El patrocinador, a la altura del ombligo, hace de boca. El logotipo de la marca de ropa deportiva y el escudo, coincidiendo con los pezones, hacen de ojo derecho y de ojo izquierdo.
Aquí, la cuestión vuelve a ser la misma. Alguien decidió situarlos a la misma altura. Dudo de que fuera el pobre diseñador. Es verdad que, a veces, los cambios en las formas provocan cambios de mayor alcance, incluso revoluciones, a nivel económico, social, político. Pero la mayoría de veces es exactamente al revés: las formas se tienen que doblegar a quien paga, que suele ser quien manda. En el fútbol hace muchos años que el espectador, el aficionado que compra la entrada para ver en directo cómo sus ídolos defienden el escudo, no manda demasiado.