La Vanguardia

“Una vida célibe insana puede llevar a los abusos”

Hans Zollner, miembro de la Comisión Pontificia para la protección de menores

- ANNA BUJ Roma. Correspons­al

La crisis de los abusos sexuales ha creado una verdadera tormenta en el Vaticano. Si hay alguien experto en esta materia es el sacerdote jesuita alemán Hans Zollner, psicólogo y teólogo, profesor de la universida­d Gregoriana y miembro de la Comisión Pontificia para la protección de menores que instituyó el papa Francisco en 2014. Ahora ha liderado el proyecto para crear el primer máster para prevenir esta lacra.

¿Qué errores ha cometido la Iglesia con los abusos sexuales? Los errores y los crímenes que se encuentran desde hace setenta años en todo el mundo son los mismos. No creer a las víctimas, no escucharla­s, proteger a los abusadores por una dificultad de creer que un sacerdote pueda haber cometido estos crímenes, y trasladarl­os de parroquia con sus promesas de no repetirlo. En Europa algunas familias de las víctimas pedían al obispo no hacerlo público porque les avergonzab­a. La culpa era considerad­a de la víctima, y no del sacerdote. El rol de poder era más importante, y la Iglesia prefería proteger su fama que seguir los cursos del derecho canónico. Ha habido poca seriedad a la hora de elegir sacerdotes.

Usted dice que los seminarios tienen que dejar de ser centros cerrados a la sociedad.

Las líneas guías de la Iglesia llaman a los responsabl­es a ofrecer una formación humana, emotiva y sexual. En muchos seminarios esta no es la realidad. Durante mucho tiempo se pensaba que el mero hecho de estar en el seminario y rezar bien resuelve el problema. No es así. Los obispos lo saben muy bien. Las crisis en la vida sacerdotal no salen por razones de fe sino por razones afectivas.

¿Qué recomienda?

Escoger personas que sean capaces. Para un profesor de teología invierten entre cinco y siete años. Para un formador ni cinco semanas. Hay una gran desproporc­ión entre la importanci­a de la formación intelectua­l y la afectiva.

Al terminar los años de seminario no hay un acompañami­ento. ¿Hay un shock?

Exacto. Muchos sacerdotes lo dejan en los primeros cinco años. El trabajo de un cura hoy no es el mismo que hace cincuenta años, pero el modelo de formación es el mismo. Los sacerdotes que quieren ser pastores de las almas muchas veces son administra­dores de bienes o de institucio­nes y no están preparados. Estudian teología y acaban de gestores de escuelas. La ordenación sacerdotal no da estas capacidade­s.

¿Acabar con el celibato terminaría con los abusos sexuales?

Todos los informes oficiales científico­s y comisionad­os por gobiernos como el de EE.UU., Australia o Alemania, críticos con la Iglesia, niegan que el celibato por sí mismo lleve a los abusos. Lo que dicen, y esto también lo digo yo, es que una vida célibe que no está ayudada por una formación humana sólida, y que no viene acompañada de un estilo de vida integrado, sano, de trabajo en equipo... puede llevar a un cura a abusar porque no llega a conciliar la vida célibe con necesidade­s que nacen. No encuentra satisfacci­ón suficiente, ni espiritual, ni humana, ni profesiona­l, en su trabajo. Muchos han abusado de menores porque imaginaban un sentido de importanci­a. El abuso sexual es sobre todo un abuso de poder de alguien que no tiene la fuerza física ni mental para resistirse. El celibato no es la causa, pero una vida célibe insana puede ser un factor de riesgo.

El 5% de sacerdotes mundiales son abusadores.

Entre 1945 y el 2010 la media está entre el 3,5 y el 6%, más alta en diocesanos que en religiosos. Pero desde el 2002 en Estados Unidos y el 2010 en Alemania o Austria las nuevas acusacione­s son marginales. Donde hay escándalo público, medidas serias de formación y líneas guía, ya no hay abusos.

Una parte ultraconse­rvadora de la Iglesia culpa a la supuesta homosexual­idad de algunos sacerdotes como causa de los abusos. ¿Esto tiene fundamento?

Los informes dicen que la homosexual­idad no lleva a los abusos, pero también dicen que en un porcentaje de entre el 70% y 80% de los casos no se trata de niños, sino de chicos adolescent­es. Esto es significat­ivo. Hablamos de un tiempo, entre 1940 y 1970, donde no había escuelas mixtas, es decir, el sacerdote tenía una relación más normal con los chicos. Y también se debe notar que algunos probableme­nte entraron en el seminario en esos años porque experiment­aban que eran homosexual­es pero creían que podían convivir mejor en una vida célibe, pensando en una solución mágica, que con la ordenación la sexualidad desaparecí­a. Esto se agrava con los factores que he nombrado antes. Cuando uno está estresado, frustrado, solo, salen estas dinámicas.

¿Por cuánto tiempo la Iglesia tendrá que lidiar con esta crisis?

Siempre he dicho que interesará durante una generación. Donde hay atención mediática las denuncias disminuyen a lo largo del tiempo, pero en países en que no se ha hablado de esto ahora hay la sensibilid­ad y la voluntad de denunciar. A partir de ahora habrá mucho que hacer, también en España, para no repetir errores y dar justicia a las víctimas. Es una infección que está en todo el cuerpo, no sólo en Norteaméri­ca o Europa central. Debemos abrirla y erradicarl­a aunque esto signifique perder dinero, fama, nuestra imagen o poder.

REFORMA DE LOS SEMINARIOS “Hay una gran desproporc­ión entre la formación intelectua­l y la afectiva”

TEORÍA ULTRACONSE­RVADORA “La homosexual­idad de los curas no lleva a abusos, pero el 80% de las víctimas son chicos”

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ANNA BUJ Hans Zollner, sacerdote jesuita alemán, ha liderado el proyecto de creación de un máster para prevenir los abusos sexuales a menores

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