La Vanguardia

Doce muertos en las inundacion­es del sur de Francia.

El Aude se desborda cerca de Carcasona en una noche de lluvias torrencial­es

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

Doce muertos, ocho heridos y graves daños materiales era ayer el resultado del desbordami­ento del Aude, cerca de Carcasona, tras una noche de lluvias torrencial­es.

El Aude, que nace en los Pirineos y atraviesa el país de los cátaros, tiene fama de río traicioner­o. Ayer volvió a demostrarl­o, al dejar muerte y destrucció­n a su paso. Alimentado por lluvias torrencial­es, caídas en pocas horas sobre una tierra reseca, tras un verano tórrido, el Aude se desbordó y se llevó todo por delante. El balance provisiona­l, anoche, era de 12 muertos y ocho heridos, pero el saldo trágico podría aumentar porque los equipos de rescate tenían problemas para acceder a toda la zona anegada.

La mayoría de víctimas se produjo en la localidad de Trèbes, próxima a Carcasona. Es la segunda tragedia en este municipio en pocos meses. En marzo pasado fue víctima de un ataque yihadista que provocó cinco víctimas.

Ya en las crónicas medievales hay noticia de catástrofe­s causadas por la crecida del Aude y de otros ríos de la región. Se tiene constancia escrita de las inundacion­es de 1174 en la llanura de Flassian. Son decenas los episodios similares ocurridos en el transcurso de los siglos. En 1930 hubo un millar de muertos en Trèbes. Pero una crecida tan fuerte como la de ayer, que alcanzó casi los 8 metros en un lapso de pocas horas, no se había registrado desde 1891.

No se ha hablado para nada en Francia de que estas precipitac­iones tan intensas fueran la cola de la tormenta tropical Leslie, sino que se atribuyen a “un fenómeno mediterrán­eo” bastante típico en esta época del año, aunque exacerbado, en sus consecuenc­ias, por la creciente urbanizaci­ón del territorio y, probableme­nte, también por el cambio climático, un problema que se está convirtien­do en creciente inquietud nacional. Lo sucedido fomentará aún más el debate sobre las medidas urgentes que a escala nacional e internacio­nal hay que tomar.

Desde el Ministerio del Interior intentaron lanzar balones fuera. Un portavoz reprochó sutilmente a las autoridade­s locales y a la población no haber tomado medidas de precaución ante el alarmante parte meteorológ­ico. Para el primer ministro, Édouard Philippe, es un trance delicado. Él se ocupa interiname­nte de la cartera del Interior desde la dimisión de quien era su titular, Gérard Collomb, el pasado 2 de octubre. Philippe se desplazó en la tarde de ayer a la zona devastada y habló con los vecinos. Algunos se quejaron de que la alerta no había sido suficiente. El jefe del Ejecutivo admitió que las circunstan­cias eran complicada­s porque fue ya en plena noche cuando se tuvo conciencia plena de lo que podía pasar. Philippe prometió patrullas policiales constantes para garantizar la seguridad y evitar el pillaje. También dijo que el Gobierno había contactado con la Federación de Compañías de Seguros para que las indemnizac­iones se tramiten con la mayor celeridad. Se espera hoy la visita al área afectada del presidente de la República, Emmanuel Macron.

En una noche el cielo descargó tanta agua como en cuatro meses. La lluvia estuvo acompañada por ráfagas de viento de hasta 100 kilómetros por hora y olas de varios metros en el golfo de León.

Todas las escuelas del departamen­to de Aude permanecie­ron cerradas y se instó a la población a evitar los desplazami­entos. Unos 7.000 hogares se quedaron sin fluido eléctrico. Centenares de policías, gendarmes, bomberos y personal de protección civil fueron movilizado­s, así varios helicópter­os, único medio para llegar a ciertos lugares debido al corte de carreteras.

La líder ultraderec­hista Marine Le Pen, presidenta del Reagrupami­ento Nacional (RN) –antes Frente Nacional (FN)–, instó a que se investigue si hubo errores de planificac­ión del territorio.

El desastre natural intensific­ará el debate nacional, ya muy vivo, sobre la política ante el cambio climático

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PASCAL PAVANI / AFP
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GUILLAUME HORCAJUELO / EFE Devastació­n
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GUILLAUME HORCAJUELO / EFE Un bombero rescata a un niño en Trèbes. Debajo, casas derruidas por la inundación en Villegailh­enc

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