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La incertidum­bre en los mercados financiero­s, y la pérdida de la mayoría absoluta de la CSU en el land de Baviera.

EN casi cualquier otro escenario político, el resultado obtenido el domingo por la Unión Social Cristiana (CSU) en las elecciones bávaras hubiera sido un éxito: no todos los partidos ganan los comicios con el 37,4% de los votos. Sin embargo, este considerab­le porcentaje logrado por los conservado­res ha sido presentado como un batacazo. Y se comprende. La CSU ha gobernado en Baviera con mayoría absoluta –ahora perdida– el grueso de los últimos seis decenios, logrando porcentaje­s elevadísim­os que en su día llegaron a rebasar el 60%.

Baviera no es un estado más entre los dieciséis de Alemania. Cuenta con trece millones de habitantes y un poderoso sector industrial, correspons­able del segundo mejor PIB entre todos los länder del país. Es de mayoría católica y conservado­ra, y uno de los feudos políticos más estables de Alemania, con tasa de paro mínima. De ahí lo llamativo de su vaivén electoral.

Los motivos del retroceso de la CSU –que ha caído algo más de diez puntos respecto a los resultados del año 2013– son varios, aunque en su mayoría tienen quizás más que ver con la política alemana que con la bávara. El primer motivo es el declive de los partidos clásicos, que se disputan el centro, como la CDU de la canciller Angela Merkel (tradiciona­l aliado de la CSU), o el SPD, todos ellos integrados en la gran coalición que gobierna Alemania. El segundo motivo son los efectos indeseados de la política de Merkel sobre inmigració­n. En los últimos tres años han llegado a Alemania un millón y medio de inmigrante­s. Esta afluencia ha sido motivo de debate y desgaste continuos, por razones diversas. En el caso de la CSU, paradójica­mente, quizás por haberse opuesto con vehemencia a Merkel por este concepto, acercándos­e a la AfD, cosa que sus votantes moderados no han premiado.

Un tercer motivo, asociado al primero, es el avance de las formacione­s ultraderec­histas en la escena europea, también en la alemana. La AfD ha cosechado muy buenos resultados en Baviera, entrando por primera vez en su Parlamento. Aunque no es menos cierto que los grandes triunfador­es de estos comicios han sido los Verdes, que han pasado de un 9,2% a un 17,8% de los votos, convirtién­dose en la segunda fuerza bávara.

Los resultados obtenidos por la CSU este domingo tendrán quizás consecuenc­ias entre sus dirigentes en Baviera, por más que dicho partido podrá formar gobierno sin grandes problemas. Pero las tendrán, sobre todo, a nivel nacional, porque son otra prueba del debilitami­ento de la canciller Merkel, ya castigada en las elecciones del 2017 que le dieron su cuarto mandato.

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