Sin noticias de IU
Fernando Ónega se pregunta por el paradero de IU, protagonista de una paulatina desaparición de la escena política en beneficio de la coalición Podemos, que amenaza con practicar el abrazo del oso a la histórica coalición afincada en la calle Olimpo: “Ni Felipe González, que en su mandato desarrolló una incansable labor de anulación del Partido Comunista, demostró tanta eficacia. Pablo Iglesias tiene mucha más capacidad de seducción o de destrucción”.
Existe Izquierda Unida? ¿Tiene algún papel que la distinga en la política española actual? ¿Ha sido devorada por Podemos? Hago estas preguntas después de contemplar su secreto, quizá inexistente, papel en el pacto de los presupuestos firmado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Sánchez firmó en nombre del Gobierno y sobre papel con membrete del Gobierno, para escándalo de quienes creen que tendría que haber firmado en nombre del PSOE. Iglesias se supone que firmó en nombre de Podemos, pero se le atribuyó la representación del grupo parlamentario que preside y que integra a sus confluencias y mareas y a la propia Izquierda Unida.
Algunos de los partidos regionales confluyentes, como Compromís, plantearon después sus propias reivindicaciones, aunque sólo fuese para demostrar algún pensamiento propio. IU no dio señales de vida específica y particular. El partido de Alberto Garzón tiene mejor marca y nombre que resultados en las urnas, pero sus ocho diputados en el Congreso –aunque la mitad son compartidos con las confluencias– no consiguen demostrar la autonomía a la que dijeron aspirar. La fuerza dominante de la coalición, Podemos, tampoco les permitió asomar la cabeza por la ventana del éxito. Es, efectivamente, como si hubiera dejado de existir, absorbida por su socio. De hecho, la última referencia informativa de IU citada en Google es del pasado 5 de febrero, precisamente para contar, ¡ironías de la política!, que sus parlamentarios buscaban su autonomía en el Congreso.
Ni Felipe González, que en su mandato desarrolló una incansable labor de anulación del Partido Comunista, demostró tanta eficacia. Pablo Iglesias tiene mucha más capacidad de seducción o de destrucción. Aunque creo que sucedió algo más profundo: Izquierda Unida dejó de representar la utopía de la unión de las izquierdas entonces dispersas y marginales, que fue su misión fundacional. Ahora la unidad de la izquierda tiene otro referente: ese gobierno de coalición del PSOE y Podemos que pretende el señor Iglesias, con la única duda de cómo se hace una campaña electoral en que habrá una contienda entre ambos, tan inevitable como inédita, por el reparto del poder.