Indignación por el cerco al modelo de Riace
En la línea de su férrea lucha contra la inmigración, Salvini ordenaba este fin de semana el traslado de los inmigrantes que forman parte del Sistema de Protección para los Refugiados y Solicitantes de Asilo (SPRAR) de Riace, una pequeña localidad calabresa a pocos kilómetros de Rosarno que se ha convertido en un símbolo mundial por la acogida. Su alcalde, Domenico (o Mimmo) Lucano, sigue bajo arresto domiciliario desde hace dos semanas acusado de favorecer la inmigración clandestina, y el último movimiento de Salvini ha causado un profundo estupor entre algunos sectores del país. “Vergüenza. Esto no es Italia”, escribió en Twitter el exprimer ministro Enrico Letta. “En lugar de cazar a los mafiosos deportan a las víctimas de los traficantes de muerte. ¡Vergüenza!”, advertía también el alcalde de Nápoles, Luigi de Magistris. De los 2.000 habitantes de Riace, un tercio son extracomunitarios. Lucano decidió repoblar un pueblo deshabitado con su ayuda. Las casas abandonadas fueron restauradas con fondos europeos para darles vivienda, se abrieron talleres donde apoyaban a los ancianos con mano de obra, nuevos restaurantes y hasta dieron vida a la escuela, donde se imparten varios idiomas. Algunos de los migrantes reciben unos famosos bonos de Riace, una especie de moneda local con las caras de Martin Luther King, Gandhi o el Che Guevara que valen para comprar en tiendas del pueblo. A Salvini nunca le ha gustado este modelo y si celebró el arresto, ahora quiere desmantelarlo. “Quien se equivoca paga. No puedo tolerar irregularidades en el uso de fondos públicos y tampoco si la excusa es que se gastan en inmigrantes”, declaró el ministro para justificar su medida. El Viminal, sede del Ministerio del Interior, ha aclarado que los traslados serán “voluntarios”: se podrán quedar, siempre que renuncien a este sistema de acogida. Ahora Riace estudia la ordenanza con un equipo de abogados para oponerse legalmente a la expulsión de los inmigrantes.