Comienzo alentador
Orquestra Camera Musicae + Alexander Melnikov Director: Tomàs Grau Lugar y fecha: Palau de la Música (14/X/2018)
Días atrás comentamos de una nueva propuesta de orquesta de cámara –en principio cuerdas– y de la alta calidad de sus integrantes. Ahora presenta su temporada en el Palau la Orquestra Camera Musicae, creada hace poco más de una década, y que ha transformado su estructura a Sinfónica asumiendo nuevos repertorios. Comentamos en otra ocasión que el hecho de trabajar con directores invitados de experiencia era una buena metodología para avanzar en la calidad, ya que cuentan –como pudimos confirmar en este primer concierto de temporada– de músicos muy buenos. Debían de ser citados sus nombres en el programa de mano.
Poco se ha reflexionado sobre las orquestas en España –la mayoría creadas hace unos 20 años y por lo general financiadas con dinero público–, sobre objetivos artísticos, más que políticos coyunturales, y sobre el hecho de que muy pocas alcanzan un nivel de calidad medio, una contradicción en relación a lo que cuestan. Es todo un tema que habría que tratar. En Catalunya se avanza en mejorar la del Liceu; la del Vallès sigue con su impronta de mero espectáculo, y la que ostenta titularidad de país no sale de Barcelona. Pero, eso sí, irá al Japón .... Volvemos al tema de la política en el buen sentido: cómo mejorar lo que tenemos en función de los ciudadanos y del país.
Entretanto surgen estas nuevas orquestas –bienvenidas– que también cuentan con apoyo institucional, aunque su dependencia nunca está clara; de hecho, precediendo al concierto se anunció al público la creación de una Fundación que valora “el poder de l’entreteniment” en la música y su eficacia curativa. Si el objetivo es entretener lo tenemos claro, pero ¿y el compromiso con el arte?
El programa de temporada tiene propuestas atractivas y obras complejas para la orquesta. En este inicio tanto el Concierto nº 2 de Rachmaninov como Cuadros de una Exposición de Mussorgski-Ravel exigen buena cohesión concertada y buenos solistas. En el caso del Rachmaninov creo que no es obra para el admirado –en la música de cámara– Alexander Melnikov; es un concierto de melosidad romántica que no va bien a pianistas tan sensibles. Orquesta y director hicieron con corrección su papel concertante, y donde desarrollaron mejor tarea –gracias a los buenos solistas de la formación en vientos metales y maderas, salvo algún que otro desajuste– y con una cuerda muy homogénea, fue en los Cuadros, con momentos de musicalidad y brillo.