Abu Dabi aplaza la salida a bolsa de Cepsa por la gran volatilidad
El fondo Mubadala dice que esperará a que se den las condiciones favorables
Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. “El accionista vendedor ha decidido desistir de la oferta de venta, y en consecuencia, posponer su proceso de admisión a negociación en las bolsas de valores españolas en atención al estado actual de los mercados de valores internacionales”. Así justificó Mubadala Investment, fondo de Abu Dabi que es el único accionista de la petrolera española Cepsa, su renuncia a la salida a bolsa de la empresa hecha pública ayer, a apenas 72 horas de su anunciado regreso a los parquets.
Ni el bajo precio, en una banda de valoración muy inferior al esperado –un máximo de 8.000 millones de valor de empresa, frente a los más de 10.000 millones que esperaba–, ni la promesa de una muy generosa retribución de los accionistas vía dividendos en los próximos años fueron suficientes para contrarrestar el fuerte viento contrario de la volatilidad de los mercados. En las últimas semanas, desde que el pasado 2 de octubre se aprobara el folleto de salida a bolsa de Cepsa, todo se ha torcido. La volatilidad es muy alta y así no hay quien se arriesgue a un sonoro fracaso. Sobre todo, si puede evitárselo.
Cepsa se ha visto arrastrada por las dudas. Ahora mismo, los inversores no tienen visibilidad por culpa de la guerra comercial, el incierto desenlace de las negociaciones del Brexit, las tensiones geopolíticas en torno a Arabia Saudí, las turbulencias en el mercado de bonos y la corrección de las bolsas, entre otros factores. En estas circunstancias, convencer a los grandes fondos de inversión y de pensiones, aseguradoras, bancos y demás posibles interesados de que compren acciones de Cepsa sin un fuerte descuento se había convertido en una quimera. Y de ahí la retirada.
La de Cepsa no es la única. Los inversores tienen muy presente lo ocurrido con Aston Martin, el fabricante británico de automóviles que debutó el pasado 3 de octubre en bolsa y que ya pierde un 20% de su valor. O de otras empresas que se han quedado por el camino en estas últimas semanas, sin llegar a empezar a cotizar, como la holandesa LeasePlan, la filial de restauración de la portuguesa Sonae o la suiza Swissport, integrada en la china HNA. El viernes, fue la tecnológica china Tencent Music Entertainment la que tiró la toalla y abortó su salida.
Formalmente, la renuncia de Cepsa es temporal. “Como inversor a largo plazo, consideraremos volver al mercado cuando creamos que se dan las condiciones favorables”, dijo ayer Musabbeh Al Kaabi, consejero delegado de Mubadala. Es muy probable que sea así, aunque en no pocas ocasiones, las salidas aplazadas nunca llegan a realizarse.
Para la bolsa española –y para las decenas de compañías del país que están más o menos preparadas para salir a cotizar en breve o que pensaban iniciar procesos similares–, la renuncia es un golpe a sus planes. Nadie podrá dar el paso hasta, por lo menos, el próximo febrero o marzo, cuando se cumplirán dos años de la oferta pública de venta (opv) de Unicaja Banco. Desde entonces, solo dos promotoras inmobiliarias –Aedas (fines del 2017) y Metrovacesa (febrero del 2018)– han debutado en bolsa. Es muy poca cosa. La sequía continúa.
Desde que Unicaja se colocó en bolsa en los inicios del 2017, sólo Aedas y Metrovacesa han empezado a cotizar