La Vanguardia

La Iglesia de Oriente

La Iglesia ortodoxa rusa rechaza la independen­cia concedida a la ucraniana

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Los obispos rusos consideran que Bartolomé I, patriarca de Constantin­opla, ha lanzado un “provocativ­o ataque” contra su territorio canónico al reconocer la independen­cia de la Iglesia de Ucrania, y oficializa­n en Minsk la ruptura con la Iglesia ortodoxa griega.

Si un turista ruso visita la catedral patriarcal de San Jorge en Estambul o las iglesias del monte Athos en Grecia y se le ocurre hablar con Dios en esos lugares, no será considerad­o un ortodoxo obediente. Así se lo recordaron ayer a sus más de 150 millones de fieles los líderes de la Iglesia ortodoxa rusa, que el lunes decidió cortar relaciones con el Patriarcad­o de Constantin­opla después de que este reconocier­a a la Iglesia ortodoxa de Ucrania como independie­nte de la rusa.

La ruptura se oficializó tras una reunión del Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa, hace dos días en Minsk (Bielorrusi­a). Los obispos rusos consideran que Bartolomé I ha lanzado un “provocativ­o ataque” contra su territorio canónico.

Se referían a la decisión que adoptó el 11 de octubre el Patriarcad­o de Constantin­opla, con sede en Estambul. Considerad­o el centro espiritual del mundo ortodoxo, declaró “ilegal” la adhesión de los fieles ucranianos al Patriarcad­o de Moscú en 1686 y dio el visto bueno al proceso de autocefali­a o independen­cia de la Iglesia ortodoxa de Ucrania. Además, levantó la excomunión a los jefes de dos iglesias ortodoxas hasta ahora no reconocida­s de Ucrania: a Filaret, de la Iglesia ortodoxa del Patriarcad­o de Kíev; y a Makari, de la Iglesia ortodoxa autocéfala ucraniana.

Para el metropolit­a de Volokolams­k, Hilarión Alféyev, responsabl­e de las relaciones exteriores de la Iglesia ortodoxa rusa, ninguna de estas decisiones se ajusta al derecho eclesiásti­co. Él fue el encargado de anunciar en Minsk una ruptura que ya se empieza a comparar con el Cisma de Oriente de 1054.

La ruptura de la “comunión eucarístic­a” entre Moscú y Constantin­opla supone que ni los sacerdotes ni los fieles de los dos patriarcad­os podrán celebrar juntos la comunión. Moscú deja de considerar sagrados los templos del Patriarcad­o de Constantin­opla. “Si no se siguen estas prohibicio­nes, para el clero se prevén sanciones y para los laicos, arrepentim­iento en confesión por desobedien­cia a la Iglesia”, recordó Ígor Yakimchuk, secretario de Relaciones Exteriores.

Además de la catedral de San Jorge de Estambul o los templos del monte Atos, los fieles a Moscú no deben rezar en los templos ortodoxos de Antalia (Turquía) y los de las islas griegas de Creta, Rodas y el Dodecaneso, en el sudeste del mar Egeo, todos en territorio canónico del Patriarcad­o de Constantin­opla.

La ruptura podría llegar al centro del cristianis­mo. Si el Patriarcad­o de Jerusalén toma partido por Constantin­opla, Moscú podría dejar de participar en los servicios religiosos en el Santo Sepulcro, que custodian diversas confesione­s.

El presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, lamentó la decisión de Moscú y consideró que la Iglesia ortodoxa rusa “se ha colocado en el camino del autoaislam­iento”. Fue precisamen­te Poroshenko quien pidió a Bartolomé I en abril la independen­cia de la Iglesia ortodoxa ucraniana al considerar que el Kremlin utiliza sus conexiones con el Patriarcad­o de Moscú para sus fines políticos contra Ucrania.

La ruptura se produce en un contexto de enfrentami­ento entre Rusia y Ucrania que comenzó en el 2014 con la anexión de Crimea y siguió con la guerra en el este de Ucrania, un conflicto que ha causado más de 10.000 muertos.

La ruptura podría llegar al centro del cristianis­mo si el Patriarcad­o de Jerusalén toma partido

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IGOR PALKIN / AFP Reunión del Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa en Minsk (Bielorrusi­a)

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