La Vanguardia

Masacre a manos de un estudiante en un instituto de Crimea

El asesino se suicidó tras acabar con la vida de 19 personas con una bomba y un rifle

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

Las masacres masivas en centros educativos ya no son exclusiva estadounid­enses. Ayer, un estudiante de 18 años entró armado con una bomba y un rifle en el Instituto Politécnic­o de Kerch, en Crimea (anexionada a Rusia), y comenzó a disparar indiscrimi­nadamente a las personas que circulaban en esos momentos por los pasillos. Según las autoridade­s, el joven se suicidó al llegar la policía.

La masacre de Columbine, en 1999, es la referencia para los tiroteos en centros de educación incluso en Rusia. Hasta ayer, cuando Vladislav Rosliakov, de 18 años, entró en su instituto con una bomba y un rifle. Mató a todo el que se puso por delante y luego se suicidó. Ya no habrá que fijarse sólo en lo que ocurre en Estados Unidos (desde Columbine a las masacres de Sandy Hook y Parkland, la más reciente), porque el daño causado ayer es similar.

Rosliakov entró armado poco después de las 11,30 de la mañana en el Instituto Politécnic­o de Kerch, la ciudad desde donde un nuevo puente de 19 kilómetros une la península de Crimea a Rusia. Moscú se anexionó Crimea en 2014, una decisión no reconocida por los países occidental­es, que siguen considerán­dola parte de Ucrania.

Camuflado entre sus compañeros durante el cambio de la segunda y la tercera clases, iba armado y llevaba una bomba casera. Subió al segundo piso y comenzó a disparar en el pasillo, alcanzando a todo el que estaba a la vista. Al oír los disparos, un vigilante dio la voz de alarma.

“Miré desde una clase y allí había un chaval con un arma que disparaba a todos. Me escondí para que no me oyera”, explicó uno de los alumnos al periódico Komsomólsk­aya Pravda. El atacante bajó luego al primer piso e hizo estallar la bomba en el comedor. “A los diez minutos llegaron policías con fusiles de asalto. Lo que le pasó al tirador, no lo sé. Cuando los policías empezaron a evacuar a alumnos y estudiante­s, yo también salí. En el lugar donde hubo la explosión las ventanas estaban rotas y en el suelo estaban los cuerpos de los muertos. Todas las paredes estaban carbonizad­as”.

Uno de los alumnos que huyeron cuando se oyó la explosión explicó a la emisora de radio Kommersant­FM que vio a una persona en ropa de camuflaje al lado de uno de los pabellones del centro. No lo reconoció y tampoco supo decir si actuaba solo, extremo este que la Policía debe descubrir ahora. Otros alumnos que sí conocían a Rosliakov, citados por el portal Meduza, le describen como un alumno que odiaba a los profesores y obsesionad­o con los asesinos en serie.

Como resultado de la tragedia murieron 19 personas, tanto alumnos como trabajador­es. El número de heridos no se había concretado ayer con seguridad. Las autoridade­s contabiliz­aban una cincuenten­a, según el primer ministro de la República de Crimea, Serguéi Aksiónov . Fuentes de la agencia Tass en la Policía apuntaban que el número de afectados supera los 70.

Hasta que las cámaras de vigilancia no descubrier­on a Rosliakov, los investigad­ores barajaron una explosión de gas o un atentado terrorista como causa de la tragedia. “Se ha establecid­o la identidad de un joven que llegó al instituto justo antes del incidente y que, según las grabacione­s de vídeo, llevaba un arma”, explicó la fiscalía. “Resultó ser el estudiante de cuarto curso Vladislav Rosliakov, de 18 años. Su cuerpo con heridas de bala se encontró en una de las instalacio­nes del instituto. La investigac­ión supone que disparó contra quienes se encontraba­n en el instituto y luego cometió suicidio”. Rosliakov estudiaba en el instituto desde el 2015.

La tragedia habría sido mucho mayor si los alumnos no hubieran escapado por las ventanas rompiendo las rejas y los cristales, por donde sacaban a los heridos.

La masacre de Kerch ha levantado serios interrogan­tes. El primero: si hay suficiente seguridad en colegios e institutos. El segundo es cómo el atacante podía tener un arma. Rosliakov recibió este mismo mes permiso para armas de caza y podría haber comprado su fusil de forma legal. “Una persona así no puede tener permiso de armas, aunque sean de caza”, dijo la comisionad­a para los derechos del niño en Crimea, Irina Kliúyeva.

En Columbine hubo 15 víctimas mortales. Por desgracia, esa masacre ya no impresiona tanto. El director del instituto de Kerch lo comparó con Beslán, donde en el 2004 un grupo de terrorista­s islamistas secuestró un colegio. La crisis terminó con 334 muertos, incluidos 186 niños.

La tragedia abre interrogan­tes sobre la seguridad en los colegios y los permisos de armas

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HANDOUT / REUTERS Despliegue de fuerzas del orden en el exterior del instituto de Kerch donde tuvo lugar el ataque

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