Críticas a Colau por la disolución de la unidad antidisturbios de la Urbana
Sindicatos policiales y parte de la oposición censuran la medida
Policías municipales y la mayoría de los partidos de la oposición pidieron ayer al gobierno de la alcaldesa Ada Colau que frene la disolución de los antidisturbios de la Guardia Urbana. Entienden que esta iniciativa de los comunes esconde prejuicios ideológicos, que es un ajuste de cuentas. Y que en estos delicados momentos, en plena crisis de seguridad, Barcelona no puede permitirse bajar la guardia. El debate de ayer de la comisión de Seguridad fue especialmente agrio.
El demócrata Jordí Martí acusó a la alcaldesa Colau de dejarse llevar por el populismo y colgar una espada de Damocles sobre los agentes del Ayuntamiento. Paco Sierra, de Ciudadanos, aseguró que el objetivo de la reforma es cambiar a unas personas por otras. “¿Pretenden poner a amigos afines al régimen? –apostilló–. Según el Ministerio del Interior, tenemos la ciudad más insegura de España. No es el momento de acabar con esta unidad”. El republicano Jordi Coronas subrayó que el 17-A dejó claro que Barcelona necesita unidades específicas, que esas cuestiones no pueden depender de promesas electorales. Según la socialista Carmen Andrés, la disolución de los antidisturbios es una encubierta selección de personal, “una purga”. Y el popular Alberto Villagrasa zanjó que los planes de Colau “son una venganza personal en el peor momento”. En el fragor del debate algunos ediles exageraron el grado de inseguridad que azota la ciudad.
Entre tanto, policías convocados por el sindicato CSIF desplegaban carteles, mostraban su indignación, reivindicaban el trabajo de los antidisturbios... “Su disolución responde a un interés partidista –dijo en los pasillos el portavoz sindical Eugenio Zambrano–. No priman los criterios organizativos, sino los políticos. No tenemos apoyo institucional, seguridad jurídica, seguridad laboral, medios, recursos... ¿Cómo quieren que un agente se enfrente así a traficantes con machetes? Lo único que hicieron para mo- dernizar a la Guardia Urbana fue cambiarle el uniforme. Están realizando una purga, librándose de gente con las que tienen cuentas pendientes desde sus tiempos de activista. En realidad, esta unidad cumple muchas funciones. Es fundamental ante los manteros, las emergencias, los narcopisos...”.
Al otro lado, como es habitual en estas comisiones, no estaba la alcaldesa Colau, la principal responsable de las políticas municipales de seguridad, sino su comisionado Amadeu Recasens. Entonces se vivió uno de los momentos más desconcertantes de la sesión. Recasens dijo a los ediles que eran víctimas de un malentendido, que se estudiaran el plan director de la Guardia Urbana, que le echaran un vistazo a su web... y añadió que no se veía capaz de explicar los entresijos de la reforma en los pocos minutos que en los que podía hacer uso del micrófono. “Sus argumentos son falsos –acertó a decir–. Están engañando a la opinión pública”.
Fue la segunda ocasión de la mañana en la que dijo que la tiranía del cronómetro no le permitía explicarse. La primera se produjo cuando la oposición le pidió detalles sobre las políticas de seguridad de carácter preventivo. “En dos minutos no me da tiempo...”. El cronómetro sólo le permitió detallar que en el último año se cerraron más de 100 narcopisos, que las detenciones en Ciutat Vella se incrementaron un 14%, que la mayoría las hace la Guardia Urbana... El problema es que la Generalitat y el Estado no están haciendo todo lo que pueden. “Además, sufrimos la especulación. Sin especulación no habría narcopisos”. Es el mantra de los comunes ante la inseguridad.
EN EL FRAGOR DEL DEBATE Populista, vengativa, partidista..., los grupos atacaron con dureza la idea de la alcaldesa
LA TIRANÍA DEL CRONÓMETRO El comisionado de Seguridad dice que no tiene tiempo para explicarlo todo