La Vanguardia

El Gobierno belga se desmarca del conflicto España-Flandes

Las autoridade­s flamencas protestan por la “hostilidad” de Borrell

- JAUME MASDEU

Ha estallado un conflicto diplomátic­o entre España y Flandes a raíz del apoyo de un dirigente de esta región belga a los independen­tistas catalanes. Mientras el Gobierno federal belga intenta mantenerse al margen y no se pronuncia sobre la decisión, anunciada el martes, de retirar el estatus diplomátic­o al delegado de Flandes en Madrid, el Ejecutivo flamenco criticó la decisión española calificánd­ola de “inédita” y “hostil”.

El primer ministro belga, Charles Michel, negó ayer que exista un conflicto diplomátic­o entre Madrid y Bruselas, afirmó que en su país hay “cierta autonomía para las entidades federadas en el plano internacio­nal”, y subrayó que él respeta esa “autonomía y responsabi­lidad” de Flandes.

El ministro presidente de esta región belga, Geert Bourgeois, protestó en estos términos por el castigo de Madrid: “Esto no se había producido nunca en la historia de la Unión Europea, nunca desde la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) en 1952 y probableme­nte desde 1945”.

Bourgeois señaló que la decisión española es un “acto muy hostil” y pidió al Gobierno federal belga que convocara, para protestar, a la embajadora de España en Bruselas, Beatriz Larrotcha, iniciativa que portavoces del Ministerio de Exteriores dijeron que no llevarían a cabo. “Si el Gobierno flamenco desea enviar un mensaje a España a través la embajada de Bélgica en Madrid, el ministerio lo hará”, añadieron. Lo que sí que podría producirse es una reunión mañana entre el ministro presidente flamenco y la embajadora Larrotcha, aunque por parte española no hubo confirmaci­ón de esta visita.

El conflicto empezó con la carta que el presidente del Parlamento flamenco, Jan Peumans, envió en septiembre a la expresiden­ta del Parlament, Carme Forcadell, actualment­e en prisión preventiva, en la que se descalific­aba la democracia española. En su escrito, Peumans puso en duda que España cumpla con los estándares para formar parte de “una Unión Europea democrátic­a”. Llegaron las primeras quejas diplomátic­as españolas, pero no sirvieron para que Peumans rectificar­a ni tampoco cesara en sus acusacione­s.

Ayer mismo, Peumans insistió en su planteamie­nto de que en España hay presos políticos: “Repito, para mí es inaceptabl­e que políticos que defienden su opinión política estén encerrados en la cárcel”, y advirtió que no le acallarán. “En mi país aún digo lo que quiero”, afirmó Peumans, quien, sin embargo, negó que la semana pasada, en la inauguraci­ón de una exposición en el Parlamento flamenco, comparara a España con Bosnia.

Tanto Peumans, presidente de la Cámara legislativ­a flamenca, como Bourgeoix, ministro presidente de Flandes, pertenecen a la formación nacionalis­ta N-VA, el partido en que Carles Puigdemont ha encontrado más apoyos.

Ayer el ministro de Exteriores, Josep Borrell, dijo que se ha abierto un conflicto diplomátic­o y dio por hecha “una respuesta” flamenca. “No vamos a quitarle importanci­a a las cosas”, señaló en el Congreso, al día siguiente de recibir al embajador belga en España, Marc Calcoen, para comunicarl­e que retiraba el estatus diplomátic­o al delegado de Flandes en España. Borrell justificó la medida: “España no puede permitirse que, una vez tras otra, el presidente de un Parlamento, actuando como tal, diga que somos un país que debe ser expulsado de la UE”.

En cambio, la Generalita­t lamentó la decisión –“es contraria al principio de respeto al derecho de los ciudadanos y sus representa­ntes electos para expresar su opinión”– y aseguró que trabajará para “reforzar” las relaciones con Flandes.

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BLANCA BLAY / ACN El jefe del Gobierno de Flandes, Geert Bourgeois, ayer en el Parlamento

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