La adolescencia reclama su lugar en los hospitales
El proyecto Anjana impulsa redes entre las comunidades sanitarias y educativas para acompañar a los pacientes
Ni niños ni adultos. Personas en construcción. Pero así como se les acompaña en otras áreas, como la educativa, en el campo de la salud “los adolescentes pasan en un día de ser dependientes a ser autónomos”, indica el oncólogo pediatra Andrés Morales, del hospital Sant Joan de Déu (HSJD), institución que hoy pone la primera piedra del Pediatric Cancer Center de Barcelona. Pasan de espacios hospitalarios ocupados por juguetes, atendidos por pediatras sonrientes –que son su médico referente–, a doctores desconocidos y salas con ancianos.
En una jornada celebrada hace unas semanas sobre este tema, los ponentes pusieron sobre la mesa las necesidades específicas de este grupo de edad. “Necesitan ser mirados a los ojos y decirles lo que les pasa”, apunta el neuropediatra Andrés Nascimiento. Quieren saber cómo es el tratamiento, cómo se desarrollará la enfermedad, y, muy especialmente, qué le va a ocurrir a su cuerpo. “Preguntan si se les va a caer el pelo o si perderán una pierna”, especifica Deborah Moreno, hematóloga del ICO. Y buscan información en YouTube de chavales como ellos.
Necesitan poder rebotarse. A la rabia propia de su edad se le suma la que provoca la amenaza a su salud. Para el psicólogo Jaume Funes, “no hay más remedio que ayudarles a gestionar esa rabia porque es inmoral decirles ‘acéptalo, así es la vida’”. Necesitan espacios propios dentro del hospital para “no tener que reunirse en el lavabo”. Necesitan relacionarse con sus amigos y con otros que han sufrido lo mismo. Necesitan reprogramar su vida ante diagnósticos duros. “Igual dejan de caminar –apunta Nascimiento– y eso cambia muchas cosas pero no invalida la mayoría de sus aspiraciones”. Funes cree que hay que decirles que no están solos para organizarse en esa vida que se ha vuelto tan compleja. Está el médico, el maestro y sus padres. El proyecto Anjana, impulsado por HSJD, el ICO y docentes, se basa precisamente en tejer redes entre sanitarios, educadores y familiares. Con ello se evitaría, por ejemplo, lo que sucedió en la jornada: una docente reconoció en un vídeo a uno de sus alumnos, del que sabía que estaba enfermo pero no que había sufrido bullying por la debilidad muscular que le había dejado el tratamiento.
DEL PEDIATRA AL ESPECIALISTA “No pueden pasar de la minoría a la mayoría de edad en tan sólo un día”