El fiasco por sistema
Nadie puede rebatir la afirmación de que los aficionados de baloncesto del Palau Blaugrana, los que todavía van, tienen más paciencia que el santo Job. Han aguantado que su equipo hiciera el ridículo durante las dos últimas temporadas en la Euroliga, con derrotas bochornosas, incapacidad permanente para competir y una imagen por los suelos. Cada verano se hace propósito de enmienda, se contrata a un puñado de jugadores y se intenta comunicar que esta vez el nuevo modelo irá mejor. Pero después las promesas quedan absolutamente arrasadas por la realidad. Los que señalen que ahora todavía es pronto, que sólo se llevan dos jornadas en Europa y que hay que mantener la calma tienen parte de razón, pero más por lo que respecta a una cuestión temporal, la de que quedan 28 partidos por disputar, que por las sensaciones que transmite el equipo.
Un equipo que por tercer curso seguido emite señales clamorosas de falta de liderazgo, de carácter y de carisma. Un conjunto desnortado en los finales ajustados, que no encuentra a un patrón en la cancha ni nadie que tire del carro cuando el rival se le pone en el cogote. El Gran Canaria, un debutante en la Euroliga, un club sin pedigrí continental, tuvo más arrestos en el último tramo que un Barcelona que llegó a ganar de siete puntos a falta de cinco minutos.
Entonces se fundieron los plomos de los jugadores de Pesic. Heurtel, que se supone que es el base titular, perdió balones absurdos, en la misma línea de incompetencia que enseñó en Moscú. Singleton, fichado para ser importante en Europa, cometió una falta estúpida con apenas unos segundos en el electrónico y lleva 3 de 19 en el tiro en los dos partidos del torneo y Tomic, que hizo buenos números el pasado martes, no sería el hombre que más aparece cuando las cosas se ponen calientes.
Claro que para desaparición la de Víctor Claver. ¿Cómo puede un internacional español estar 32 minutos en cancha y tirar sólo una vez a canasta? Es cierto que la metió pero 2 puntos y 3 rebotes jugando casi todo el partido es para que él mismo se pregunte qué es lo que hizo sobre la pista. Y también para preguntarse las razones de Pesic para darle tanto carrete, vista su inoperancia. Que no me hablen en su caso de los intangibles. Claver es un buen síntoma de la falta de mentalidad del Barça en Europa. De las últimas 32 salidas en la competición ha ganado sólo 6 y en los últimos 23 partidos en la Euroliga, contando todo, únicamente se ha impuesto en 8. Un balance intolerable.
¿Que esta temporada todavía se puede subsanar? Claro, pero que no vengan con paños calientes y con que el equipo aún se está conjuntando y demás frases hechas para ganar tiempo. El Barcelona lo que necesita es ir ganando ya para no quedar descolgado de salida. No todo es negativo. Entre los jugadores que han llegado, Kuric ha enseñado su buena mano, Pangos ha ofrecido detalles de dirección colectiva y es de esperar que Singleton espabile para asemejarse al jugador que brilló en el Panathinaikos. Pero las urgencias están sobre la mesa.
La inoperancia de Claver en Canarias (un tiro en 32 minutos) sirve como síntoma de un equipo débil