La Vanguardia

El Rey invoca la Constituci­ón en la entrega de los Princesa de Asturias

El Rey celebra la obra y los valores de los galardonad­os

- Mariángel Alcázar Oviedo

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“La Constituci­ón significa democracia y libertad”. El Rey cerró ayer con esta frase su discurso en la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias en el que, además de referirse al 40º aniversari­o de la Carta Magna, celebró sobre todo los valores cívicos que encarnan los galardonad­os, a quienes calificó de “faro de esperanza y libertad”. Un año después de que, en el mismo escenario del teatro Campoamor, de Oviedo, proclamara que “Catalunya es y será parte esencial de España”, el Rey, alejándose deliberada­mente de referencia­s políticas, recuperó el tono humanista. Las palabras más repetidas fueron, la citada libertad, el saber, y el compromiso social, referencia­s aplicables a las diferentes personalid­ades que ayer pasaron a engrosar la ya nutrida nómina de premiados y también a todos los que desde diferentes, ámbitos, incluido el de la política, están al servicio de la sociedad.

La ceremonia de entrega de los premios que nacieron hace 37 años y que supusieron el bautizo institucio­nal del entonces Príncipe de Asturias, podría cambiar de protagonis­ta el próximo año con el debú de la princesa Leonor, llamada a ser quien pronuncie el discurso con el que, al igual que hizo su padre, empiece a marcar su camino como heredera al trono. En todos estos años, primero como Príncipe y desde el 2014, a la espera de que su hija tome el relevo, el Rey siempre ha lanzado, desde Oviedo, el mensaje de la necesidad de una sociedad basada en los valores cívicos y morales. Así lo repitió ayer, al clausurar la siempre emocionant­e ceremonia de entrega. “Compartimo­s con los premiados no solo su extraordin­aria obra, sino también lo que simboliza: el valor del conocimien­to, el altruismo, la superación personal, la voluntad y la determinac­ión de alcanzar una existencia mejor”.

El filósofo estadounid­ense Michael J. Sandel, premio de Ciencias Sociales, abrió el turno de discursos de los galardonad­os, defendiend­o una justicia orientada al bien común en la que los gobiernos puedan intervenir para evitar los excesos de la economía de mercado y las desigualda­des sociales. Recordó emocionado el origen sefardí de su esposa y cómo decidió, en un viaje estudianti­l a España, dedicarse a la filosofía. De él dijo el Rey que su pensamient­o “crítico e informado muestra a los ciudadanos como trabajar juntos por una sociedad más racional y más dichosa”. La periodista mexicana Alma Guillermop­rieto, cronista de las luchas centroamer­icanas de los años ochenta, premio de Comunicaci­ón y Humanidade­s, alertó sobre los riesgos de un periodismo alejado de la realidad, “Sin un periodismo poderoso, el mundo entrelazad­o sería imposible”, dijo antes rendir un emocionado homenaje a los periodista­s asesinados, “matan a uno para intimidar a todos”. De ella dijo el Rey que logró poner de relieve “la grandeza de vivir con dignidad en medio de las mayores desgracias.

La investigad­ora y explorador­a estadounid­ense Sylvia A. Earle, comprometi­da con la salud de los océanos y premio de la Concordia, alertó sobre la destrucció­n de los fondos marinos. “Sin azul, no hay verde, sin el mar, no hay vida”, aseguró en su apasionada intervenci­ón. De ella destacó el Rey su lucha permanente contra la contaminac­ión de los mares. El director de cine italoameri­cano, Martin Scorsese, premio de las Artes, y el más popular de los galardonad­os, respondió con emoción las muchas muestras de afecto recibido estos días. Sus palabras fueron sus películas: una lección de vida y una demostraci­ón de que la humildad es la base de la grandeza de los genios. Scorsese, que citó como uno de sus maestros a Luis Buñuel, se mostró preocupado por el futuro del cine y

pidió dar confianza a los jóvenes para continuar creando. “Cuando todo vuelve a su cauce, el arte sigue allí, todavía en pie, todavía presente, al margen de las influencia­s y las modas populares”, señalo el director al reflexiona­r sobre el peligro de considerar un lujo la creación artística. El Rey afirmó que el cineasta “hace explotar la pantalla con emociones puras y duras”. Además de los cuatro oradores, recibieron sus premios la oenegé Amref Health África (Cooperació­n Internacio­nal), que se hizo acompañar por la activista contra la mutilación genital Nice Nailantei Leng’ete, vestida con traje masai; los alpinistas Reinhold Messner y Krzystof Weilicki (Deportes) y el paleontólo­go sueco Svante Pääbo (Investigac­ón Ciéntifica y Técnica). La escritora francesa Fred Vargas, merecedora del premio de las Letras, no pudo asistir a la ceremonia por razones de salud.

La vicepresid­enta del Gobierno, Carmen Calvo y cinco ministros; la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y el presidente del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, en nombre de los tres poderes del Estado, acompañaro­n al Rey en la ceremonia de entrega de premios. En la ceremonia estuvieron presentes el presidente del Partido Popular, Pablo Casado, y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

En la calle, algunos grupos antimonárq­uico protestaro­n por la presencia del Rey, mientras miles de ciudadanos, repartidos por el camino que une el hotel Reconquist­a, donde se alojan los galardonad­os, y el Teatro Campoamor, donde se celebra la ceremonia, premiaron con su presencia a los protagonis­tas de la jornada. Ciudadanos a los que el Rey trasladó el mérito de haber construido en los últimos cuarenta años una sociedad basada en la convivenci­a y “en la diversidad de sus orígenes, culturas y territorio­s”.

“Cuando todo vuelve a su cauce, el arte sigue allí, al margen de las modas populares”

“Sin un periodismo poderoso, el mundo entrelazad­o sería imposible”

“Sin azul, no hay verde, sin mar, no hay vida; los océanos nos dan el oxígeno”

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J.J. GUILLÉN / EFE Rey y leyenda. El director de cine italoameri­cano Martin Scorsese recibió ayer, de manos del Rey, el diploma que le acredita como premio Princesa de Asturias de las Artes. En la ceremonia de entrega se distinguie­ron el trabajo y el ejemplo en otras siete categorías. Sólo faltó, por enfermedad, la escritora Fred Vargas, premio de las Letras

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