El lector expone
¿Qué nos pasa?
Ya no somos tan firmes ni tan consistentes. Parece que estamos muy ocupados en rellenar vacíos, en atiborrar las horas y los minutos... y por mucho que acumulemos, por muchas fotos bonitas que tengamos colgadas en Instagram para que algún desconocido nos admire, nos sentimos vacíos.
Y si nos admiramos, suele ser tan sólo de cara a la galería, porque cuando estamos solos frente al espejo, la tristeza o el miedo o la rabia están plantados a nuestro lado, inmóviles, firmes y decidiendo por nosotros lo que hacemos y lo que no, sin aquella tranquilidad que nos da el valor de ser, sin aquella dignidad que nos aporta el coraje de atreverse a existir.
Abdicar antes de soñar, antes de imaginar, destruye nuestra tribu. Y es entonces cuando nos alejamos de la esencia humana y de todo lo que nos ha llevado a estar donde estamos. Y es cuando notamos que poco o nada tiene sentido, y sólo somos capaces de sobrevivir siguiendo las corrientes que nos pasan por delante, o las modas que disfrazan el vacío que se ha instalado sin permiso en algún lugar tan profundo, que no osamos aventurarnos a entrar. Pero las prisas, las modas y las corrientes nos tranquilizan porque al menos nos sentimos como los demás y que formamos parte de alguna cosa, aunque esta sea estúpida hasta para nosotros.
Nos dejamos llevar, y con cada paso nos alejamos de lo único que tenemos: nosotros mismos y lo que realmente necesitamos. Y así, de manera inconsciente, casi sin enterarnos, perdemos inevitablemente el coraje de existir.
CRISTINA GUTIÉRREZ LESTÓN
Santa Maria de Palautordera